Señor,
cuando esté cansado, triste y abatido,
sin tener
ya fuerzas de seguir camino.
Cuando ya
no pueda ni sentir el frío,
hazme que
yo sienta que cuento contigo.
Ven a
recordarme que hay nuevos comienzos.
Ven a
confortarme con tu abrazo amigo.
Cuando el
alma rota tenga por la pena.
Cuando
guarde dentro todo el desaliento.
Cuando ya
mis pasos no hagan más vereda.
Cuando ya
no entienda todo este silencio.
Déjame
llorarte todas mis tristezas
Déjame
expresarte todo lo que siento.
Haz que
yo comprenda que el árbol se dobla,
se agita,
estremece, deshoja, pero queda erguido
para
darnos sombra, para dar cobijo.
Que a
todas sus ramas volverá el rocío.
Que habrá
nuevos frutos, se harán nuevos nidos,
para
darle vida y para inundarle de bellos sonidos.
Hazme
compañía hasta que yo entienda
que el
sol que me inunda sale cada día.
Que mi
pena puedo yo dejar atrás.
Que puedo
llorar más por alegrías.
Muéveme
en el alma, vuélveme a mí mismo.
Muéstrame
la forma de no ser vencido.
Hazme ver
que hay puentes para pasar ríos.
Que
también hay alas para los abismos.
Y que
cada día nos trae nuevas flores,
nos trae
esperanza, nos da nuevos bríos.
Ven a
despertarme si por el cansancio me quedé dormido
y haz que
yo comprenda que puedo, mi AMIGO.
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