jueves, 8 de noviembre de 2012

El triunfo de los mediocres




Hace tiempo llegó a mis manos este escrito (no recuerdo de quien es) y, después de leerlo, decidí guardarlo para releerlo de vez en cuando, con el fin de no olvidar lo que nos describe tan fielmente.  Ojalá seamos capaces de dar un giro de 180º a nuestras actitudes, aunque solo sea por el bien de las generaciones venideras.
 


EL TRIUNFO DE LOS MEDIOCRES

Quizá ha llegado la hora de aceptar que nuestra crisis es más que económica,
va más allá de estos o aquellos políticos, de la codicia de los banqueros
o la prima de riesgo.  Asumir que nuestros problemas no se terminarán
cambiando a un partido por otro, con otra batería de medidas urgentes o
una huelga general.  Reconocer que el principal problema de España
no son otros países que están peor que nosotros, el euro o la Sra. Merkel.
Admitir, para tratar de corregirlo, que nos hemos convertido en un
país mediocre.  Ningún país alcanza semejante condición de la noche
a la mañana.  Tampoco en tres o cuatro años.  Es el resultado de una
cadena que comienza en la escuela y termina en la clase dirigente.

Hemos creado una cultura en la que los mediocres son los alumnos
más populares en el colegio, los primeros en ser ascendidos en la oficina,
los que más se hacen escuchar en los medios de comunicación y a los únicos que votamos en las elecciones, sin importar lo que hagan, porque son
de los nuestros.  Estamos tan acostumbrados a nuestra mediocridad que
hemos terminado por aceptarla como el estado natural de las cosas.
Sus excepciones, casi siempre reducidas al deporte, nos sirven
para negar la evidencia.

Mediocre es un país donde sus habitantes pasan una media de 134
minutos al día frente a un televisor que muestra principalmente
basura.  Mediocre es un país que en toda la democracia no ha dado
un presidente que hablara inglés o tuviera unos mínimos conocimientos sobre política internacional.  Mediocre es el único país del mundo que,
en su sectarismo rancio, ha conseguido dividir incluso a las asociaciones
de víctimas del terrorismo.  Mediocre es un país que ha reformado su
sistema educativo tres veces en tres décadas hasta situar a sus
estudiantes a la cola del mundo desarrollado.  Mediocre es un país que
            no tiene ni una sola universidad entre las 150 mejores del mundo y fuerza a sus  mejores investigadores a exiliarse para sobrevivir.  Mediocre
es un país con casi 5 millones de su población en paro, que, sin embargo,
encuentra más motivos para indignarse cuando los guiñoles de un
país vecino bromean con sus deportistas.

Es mediocre un país donde la brillantez del otro provoca recelo,
la creatividad es marginada –cuando no robada impunemente- y  la
independencia sancionada.  Un país que ha hecho de la mediocridad la
gran aspiración nacional, perseguida sin complejos por esos miles de
jóvenes que buscan ocupar la próxima plaza en el concurso “Gran Hermano”, por políticos que insultan sin aportar  una sola idea, por jefes que se
rodean de mediocres para disimular su propia mediocridad y por estudiantes
que ridiculizan al compañero que se esfuerza.

Mediocre es un país que ha permitido, fomentado y celebrado el
triunfo de los mediocres, arrinconando la excelencia hasta dejarla
dos opciones : marcharse o dejarse engullir por la imparable marea
gris de la mediocridad.

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