Como estoy segura de que os pasará como a mí que no había oído hablar de este pez en mi vida, a continuación os adjunto algo de su biografía.
La receta correspondiente me la ha enviado un amigo vasco que dice que sabe exquisito y que, a tenor de su facilidad a la hora de cocinar, nos vendrá muy bien para no estar demasiado tiempo en la cocina, aunque eso sí, según él, no es un pez que se encuentre con mucha facilidad.
El durdo, maragota o pinto es un
lábrido que presenta una amplia gama cromática, sin que se sepa a día de hoy
con exactitud a qué obedece esta singular variedad en su coloración.
En realidad, esta especie no presenta
algunos de los alicientes habituales que podemos encontrar en los peces más
codiciados, como sería el caso de la lubina, la dorada, el dentón y otros de
este porte. Pero también es cierto que un buen durdo, de 2 ó 3 kg. de peso, es
capaz de presentar una feroz -aunque corta- batalla, y de poner nuestro equipo
a prueba. Y es que, para pescarlo, necesitamos un equipo ligero, adecuado a la
captura de lábridos.
El durdo es un pez curioso, de
natación lenta y sosegada, que recorre sin prisa su territorio y ramonea sobre
las piedras. Este dato también nos da la pista de lo que busca: principalmente
crustáceos blandos, entre los que se encuentran quisquillas, camarones y
pequeños cangrejos. Por cierto, un cebo excelente lo constituyen los trozos de
cangrejo, especialmente si es blando.
Suele ser un pez solitario, aunque a
menudo lo vemos, sobre todo los ejemplares jóvenes, nadando junto a otros
lábridos o pequeños espáridos. En ocasiones, también, entra y sale
constantemente de los repliegues y las cuevas del fondo, en las que duerme y se
refugia, pero que no hace suyas con carácter permanente como lo haría, por
ejemplo, un mero. Es decir, que el hecho de localizar un durdo en una grieta,
no nos garantiza que vaya a estar ahí al día siguiente, al estilo de los
serránidos de fondo.
La receta va tal y como me la ha enviado el autor, sin quitar puntos ni comas. Como veréis viene tan completa que nos da recomendaciones hasta para el vino que deberá acompañar a este sabroso plato.
"quote"
Se le quita
la piel a un durdo (o maragota) con un buen cuchillo, conservando las escamas,
se hacen tiras de unos tres centímetros por dos, se pone un aceite de oliva
bueno a cien mil bombas en el fuego y se fríen las tiras en un plis plas. Se
retuercen en el aceite, las escamas se encrespan, la carnecilla que está pegada
a la piel se pone blanquita y se hincha con la temperatura y eso se convierte
en un bocado de dioses que tiene el carácter crujiente de una patata frita con
un sabor alucinante. Es un bocado de marisco que casi nadie conoce. Hay que
comerlo con un vino blanco seco bien frío; si es un albariño o un txakolí,
mejor que mejor. También va muy bien una sidra asturiana o vasca bien fría. De
morirse...
Conseguir un
durdo no es fácil. Se puede hacer con otros pescados pero esto ya es más
experimental...
"unquote"
Gracias a Joaquín y a Patxi y, como no, a mi querida Elena que ha sido una muy eficiente intermediaria.
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