“La medicina tiene sus límites, realidad que no se enseña en la facultad.
Otra realidad que no se enseña es que un corazón compasivo puede sanar casi
todo.
Unos cuantos meses en el campo me convencieron de que ser buen médico no tiene
nada que ver con anatomía, cirugía ni con recetar los medicamentos correctos. El mejor servicio
que un médico puede prestar a un enfermo es ser una persona amable, atenta,
cariñosa y sensible”””
Esta
mujer no ganó el
premio Nobel de la Paz, ni su muerte fue el encabezado de los
informativos, sin embargo su trabajo, influencia y legado ha transformado nuestra
sociedad.
Fue
pionera en el movimiento de cuidados
paliativos y del estudio de la muerte y fue una de las voces
que desde el mundo científico defendió con más vehemencia la idea de que la consciencia sobrevive
al fin del cuerpo físico.
Hay
dos cosas que se hacen condenadamente
mal en nuestro mundo: NACER y MORIR. En muchísimos casos sin
conciencia, sin respeto, sin sinceridad, sin ningún sentido de trascendencia,
totalmente anestesiados por los medicamentos, en la soledad y frialdad de
hospitales y no al calor de los seres queridos.
Elisabeth
Kübler-Ross vino a descifrar, explicar y dignificar este tránsito de la vida a
la muerte.
“Morir
es tan natural como nacer y crecer,
pero el materialismo de nuestra cultura ha convertido
este último acto de desarrollo en algo aterrador.”
pero el materialismo de nuestra cultura ha convertido
este último acto de desarrollo en algo aterrador.”
LOS
NIÑOS Y LA MUERTE
Un niño de nueve años enfermo de cáncer llamado Dougy
escribió a EKR preguntándole tres cosas:
- ¿Qué es la vida?
- ¿Qué es la muerte?
- ¿Por qué tienen que morir los niños pequeños?
Ella le contestó una sencilla carta con colores. La
reacción fue muy positiva. Se sintió muy orgulloso de tener un libro escrito e
ilustrado especialmente para él. No solo lo compartió con otros niños, sino
también con los padres de otros niños muy enfermos. Posteriormente se convirtió en un libro para ayudar a otros
niños a comprender estas preguntas tan importantes.
Elizabeth
afirmaba que los más pequeños eran, sin duda, también los más valientes en el
momento de enfrentarse a la muerte, los que mejor comprendían que ésta es una
liberación.
“Los niños moribundos,
mucho más que los adultos dicen exactamente lo que necesitan para estar en paz.
La mayor dificultad está en escucharlos y hacerles caso”.
“Los niños lo saben intuitivamente;
si no les contagiamos nuestros miedos y nuestro dolor,
ellos tienen la capacidad de enseñarnos muchas cosas”
si no les contagiamos nuestros miedos y nuestro dolor,
ellos tienen la capacidad de enseñarnos muchas cosas”
“De forma similar a los adultos, los niños
dejan sus cuerpos físicos igual que la mariposa sale del capullo y pasan por
las diferentes fases de vida después de la muerte.
Aunque
seamos cronológicamente adultos, nuestro conocimiento y conciencia de muchos
aspectos de la vida está mucho más atrasada que la de los niños.
A continuación se incluye esta maravillosa carta que a
mí me ha impactando profundamente y que creo será útil para todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario