Este es un buen poema para grabar en nuestros cerebros, con el fin de que se nos quede bien clarito que
no son los años que cuentan en nuestro carné, son los años que marca el corazón
y la mente.
LA EDAD QUE TENGO
Frecuentemente
me preguntan que cuántos años tengo…
¡Qué
importa eso!.
Tengo
la edad que quiero y siento.
La
edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso.
Hacer
lo que deseo, sin miedo al fracaso, o lo desconocido.
Tengo la experiencia de los años vividos y la fuerza
de la
convicción de mis deseos.
¡Qué
importa cuántos años tengo!.
No
quiero pensar en ello.
Unos
dicen que ya soy viejo y
otros
que estoy en el apogeo.
Pero
no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice,
sino
lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte.
Tengo
los años necesarios para gritar lo que pienso,
para
hacer lo que quiero,
para
reconocer yerros viejos,
rectificar
caminos y atesorar éxitos.
Ahora
no tienen por qué decir:
Eres
muy joven, no lo lograrás.
Tengo
la edad en que las cosas se miran con más calma,
pero
con el interés de seguir creciendo.
Tengo
los años en que los sueños se empiezan
a
acariciar con los dedos, y las ilusiones
se
convierten en esperanza.
Tengo
los años en que el amor, a veces es una loca llamarada,
ansiosa
de consumirse en el fuego de una pasión deseada.
Y
otras en un remanso de paz, como el atardecer en la playa.
¿Qué
cuántos años tengo?
No
necesito con un número marcar, pues mis anhelos alcanzados,
mis
triunfos obtenidos,
las
lágrimas que por el camino derramé al ver mis ilusiones rotas..
valen
mucho más que eso.
¡Qué
importa si cumplo veinte, cuarenta, o sesenta!.
Lo
que importa es la edad que siento.
Tengo
los años que necesito para vivir libre y sin miedos.
Para
seguir sin temor por el sendero,
pues
llevo conmigo la experiencia adquirida
y
la fuerza de mis anhelos.
¿Qué
cuantos años tengo?
¡Eso
a quién le importa!.
Tengo
los años necesarios para perder el miedo
y
hacer lo que quiero y siento.
Premio
Nobel Literatura 1998.
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