A tomar buena nota!!!
LOS
RIESGOS DE SALTARSE EL DESAYUNO
Fatiga, estreñimiento y un mayor riesgo de obesidad y problemas cardiovasculares
¿Es usted de los que se va al trabajo sin desayunar o
con un triste café en el cuerpo? Comenzar la jornada sin nada en el estómago se
relaciona con una menor capacidad de concentración y rendimiento intelectual,
peor humor y sensación de cansancio, pero quizás ignore que menospreciar la
primera comida del día favorece el estreñimiento y aumenta el riesgo de obesidad, diabetes
e infartos. Un estudio publicado esta semana en la revista «Public Health
Nutrition» muestra que los
adolescentes que desayunan poco o nada tienen un 68% más de posibilidades de
desarrollar síndrome metabólico (obesidad abdominal, altos niveles de
triglicéridos, niveles bajos de colesterol bueno, hipertensión y altos niveles
de glucosa en sangre), lo que incrementa el riesgo de trastornos
cardiovasculares.
Precisamente, otra investigación de la Escuela de Salud
Pública de la Universidad de Harvard, publicada en «Circulation» el pasado mes
de julio, ya advertía de que
los hombres que no desayunaban tenían mayor riesgo de sufrir un infarto.
«Saltarse el desayuno puede conducir a uno o más factores de riesgo como la
obesidad, la presión arterial alta, el colesterol elevado y la diabetes, lo que
a su vez puede provocar un ataque al corazón», asegura la doctora Leah E.
Cahill, autora principal del estudio.
Una excusa muy común entre aquellos que no toman nada
por la mañana es que cuando se levantan no tienen hambre. ¿Se ha parado a
pensar que quizás cena demasiado? Durante la noche se retrasa el vaciamiento
del estómago, lo que enlentece el tránsito intestinal. Cuando la cena se hace tarde y muy copiosa, es
lógico que se levante con pocas ganas de comer pero, si no toma nada por la
mañana, contribuye a perpetuar el círculo vicioso. «Las personas que no
desayunan tienen mayor acumulo de apetito a lo largo del día, especialmente
vespertino, y tienden a cenar más», advierte el doctor Camilo Silva,
endocrinólogo de la Clínica Universidad de Navarra.
Una de las características de las personas que
consiguen perder peso y mantenerlo es precisamente que hacen un buen desayuno.
«Hay que distribuir las calorías del día, más al principio y menos al final.
Una comida copiosa al final del día favorece el sobrepeso», señala la doctora
Irene Bretón, endocrinóloga en el Hospital Gregorio Marañón y miembro de la
junta directiva de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).
La experta explica que, cuando hay un ayuno prolongado y luego comemos mucho,
«es más fácil que esas calorías se acumulen en forma de grasa».
Para mantener el equilibrio de nuestro cuerpo hay que
hacer, al menos, tres comidas al día. Es aconsejable que el desayuno aporte
«un 20% de la ingesta calórica del día», señala el doctor Silva, mientras
que la cena debe ser «ligera y pobre en grasa, porque ésta enlentece el vaciado
del estómago», apunta la doctora Bretón. Ambos expertos coinciden en que un
desayuno ideal debería incluir un lácteo (leche, yogur, queso fresco), cereales
o pan (mejor integrales), fruta (mejor entera que en zumo porque tiene más
fibra y es más saciante) y algún alimento más proteíco, como un embutido bajo
en grasa (fiambre de pollo o pavo, por ejemplo).
El café es un clásico en los desayunos españoles. Es
común escuchar la frase: «Hasta que no me tomo el café no soy persona». Pero
esa necesidad también puede ser una vara de medir la calidad de nuestro sueño.
«Si necesita un cubo de café por la mañana, plantéese si está durmiendo bien
o no», alerta el doctor Silva. Podemos incluirlo en el desayuno, pero lo
recomendable es tomarlo con bastante leche para obtener el aporte de calcio
necesario.
Si por la mañana va con prisa, opte por un saludable y
saciante bol de yogur con cereales y fruta troceada. Y si tiene problemas para
ir al baño, sepa que un
desayuno completo con fibra, proteínas y líquidos abundantes, favorecerá su
tránsito intestinal.
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