viernes, 28 de febrero de 2014

Genes y proteínas que controlan la metástasis del cáncer.





Todo lo que sea avanzar para erradicar esta maldita enfermedad, genera esperanza.

MASSAGUÉ HALLA UN PROCESO CLAVE EN EL ORÍGEN DE LA METÁSTASIS DEL CÁNCER.
 

Identifica los genes y proteínas que controlan la superviviencia de las células metastásicas del cáncer de mama y pulmón. Se abre una nueva vía para desarrollar fármacos que eviten la diseminación de la enfermedad por todo el organismo

La metástasis, el proceso que permite a algunas células cancerosas escaparse del tumor original y colonizar un órgano sano es la razón por la que el cáncer se ha convertido en ese gran asesino en serie. Y quien encuentre la fórmula para frenar la metástasis pondrá fin a las altas tasas de mortalidad de la enfermedad oncológica. El grupo del español Joan Massagué en el Memorial Sloan Kettering Cancer de Nueva York ha encontrado un mecanismo que podría ser imprescindible para que las células cancerosas se extiendan por el organismo.
Esa pieza clave del proceso es la plasmina, una enzima que proporciona el efecto anticoagulante de la sangre y que su presencia en los vasos sanguíneos del cerebro impide que entren agresiones externas en el cerebro. En la revista «Cell» el equipo del Sloan publica cómo la mayoría de las células cancerosas mueren antes de alcanzar el cerebro gracias a la plasmina y solo de manera excepcional otras consiguen atravesar la barrera. Además de la plasmina en su estudio los investigadores identifican genes y proteínas que controlan la supervivencia de las células metastásicas del cáncer de mama y de pulmón en el cerebro.

¿Y en otros órganos?

Ahora el equipo de Massagué deberá demostrar si el mismo mecanismo rige la metástasis procedentes de otros órganos. Si se probara se podían desarrollar nuevos medicamentos, más específicos contra las metástasis. De momento, es solo una hipótesis que aún debe validarse en estudios experimentales con ratones. Aunque Massagué, autor principal del estudio y director del Instituto Sloan Kettering, cree posible que un solo mecanismo permita a las células cancerosas colonizar órganos sanos, incluido el cerebro.
La metástasis cerebral es un riesgo en muchos tipos de cáncer, pero sobre todo en algunos tan comunes como el de mama, pulmón y cáncer colorrectal. Con un tratamiento específico, «como el que vislumbramos podríamos evitar la metástasis a muchos órganos en pacientes que tienen un tumor», explica Massagué.

La barrera que protege al cerebro

El científico español lleva años investigando este proceso, aunque en los últimos cuatro años se ha centrado en averiguar por qué el cerebro está mejor protegido que la mayoría de los órganos contra la invasión de células tumorales procedentes de otrs tumores.
Para colonizar el cerebro, una célula cancerosa debe salir de su tumor de origen, entrar en el torrente sanguíneo, y cruzar una poderosa estructura vascular llamada barrera hematoencefálica. Experimentos con ratones en los que se marcaron y fotografiadas con el tiempo las células del cáncer de mama metastásico revelaron que un número muy pequeño consiguió completar el viaje, y de aquellas células que llegaron al cerebro, menos de una entre 1.000 sobrevivieron.
¿Cómo consiguen sobrevivir estas escasas células? ¿cómo permanecen a veces en estado latente, esperando escondidas durante años? Para responder a estas preguntas, los investigadores llevaron a cabo experimentos en modelos de ratón de cáncer de mama y de pulmón, dos tipos de tumores que a menudo se extienden al cerebro. El trabajo reveló que muchas células cancerosas que entran en el cerebro son asesinados por los astrocitos - el tipo más común de las células del cerebro - que secretan una proteína llamada Fas ligando.

Una batalla contra los astrocitos

Cuando las células cancerosas se encuentran con esta proteína, se activa un proceso de autodestrucción. El estudio también mostró que las células cancerosas excepcionales que escapan lo hacen mediante la producción de una proteína llamada serpina que actúa como una especie de escudo protector ante las balas mortales que disparan los astrocitos próximos.
Con pruebas de imagen, también descubrieron que las células supervivientes crecieron en la parte superior de los capilares sanguíneos , «como un oso panda que abraza un tronco de árbol. Al permanecer en él, está nutrida y protegida del ataque y con el tiempo puede empezar a dividirse», detalla gráficamente el director del Sloan.
Los científicos también hicieron experimentos para determinar la base molecular de la conducta de las células y mostraron que una proteína producida por las células tumorales actúa como una especie de velcro para fijar las células a la pared exterior de un vaso sanguíneo.

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