viernes, 20 de septiembre de 2013

El feto ríe, llora y se enfada dentro del útero materno




Vaya… parece que se van confirmando todos los "rumores" que había entre las personas que estamos en contra del aborto.  Digo rumores porque todavía no había salido un estudio tan claro como este que espero no sea el único.

Vamos a ver si esos que van en contra de la matanza de animales (corridas de toros, etc.) son capaces ahora de seguir pidiendo abortos, es decir, matanza de seres vivos.

Yo no juzgo a las personas en su proceder personal, cada uno sabe por qué tomas decisiones tan dramáticas como es la de abortar, lo que no estoy en absoluto de acuerdo es con que haya leyes que regulen plazos y que nos digan ahora sí es un ser vivo, ahora no es un ser vivo.  Desde el comienzo es una nueva vida y eso nadie debería de discutirlo.

 




SEMANA 22 DE EMBARAZO: EL FETO RÍE, LLORA Y FRUNCE EL CEÑO DENTRO DEL ÚTERO

Expertos de EE.UU. afirman que podría a partir de las 20 semanas y reclaman cambios en la ley del aborto
En la semana 22 del embarazo, el sistema límbico del feto está en pleno desarrollo. Así, los sentimientos primitivos del futuro bebé empiezan a surgir. Puede reír o llorar e, incluso, enfadarse dentro del útero. Estos sentimientos iniciales son emociones simples asociadas a cambios del estado de ánimo del feto. La embarazada de 22 semanas puede tener dificultad para descansar, debido al aumento de volumen corporal.
La bioética tiene aún un gran dilema por resolver que aún no ha resuelto la ciencia que estudia el desarrollo humano: ¿Puede sentir dolor un feto que no conoce el sufrimiento físico? Y si lo siente ¿a partir de qué etapa del desarrollo su cerebro es capaz de procesar el dolor? Las respuestas no son sencillas y podrían tener importantes implicaciones en la legislación del aborto. Un feto podría experimentar un grave sufrimiento en el momento de la interrupción de la gestación.
La polémica existe desde hace una década con numerosos estudios científicos contradictorios que han intentado establecer diferentes fronteras a las 24, 35 o 37 semanas de gestación. Otros aseguran que el gestante permanece todo el embarazo en un estado de inconsciencia, un sueño muy profundo en el que le resultaría imposible sentir dolor alguno.
Abortos de 24 semanas
En Estados Unidos esta polémica está ahora más viva que nunca con la petición de un grupo de abolir la legislación que permite abortar después de las 20 semanas, al entender que el feto empieza a sentir dolor en ese momento del desarrollo. La Corte Suprema de Estados Unidos establece que se puede abortar hasta que el feto puede ser viable fuera del útero, en torno a las 24 semanas de gestación.
En España, la actual ley del aborto permite interrumpir la gestación libremente hasta la semana 14 , pero se alarga el plazo hasta las 22 semanas si existen graves anomalías en el feto. Tampoco hay límite si existe riesgo para la madre. Sin embargo, no hay ninguna regulación que obligue a los hospitales a utilizar anestesia en el momento de realizar el aborto para evitar el sufrimiento.
Cirugía fetal, los pioneros en anestesiar
Los cirujanos fetales, que operan a bebés a través del vientre materno, han sido los primeros en preocuparse por el sufrimiento fetal. Todas las intervenciones en fetos se realizan bajo analgesia, sea cual sea su etapa de desarrollo. «Lo hacemos porque así evitamos reacciones reflejas, se paraliza al feto durante la operación y reducimos el margen de error. A partir de las 24 semanas siempre utilizamos una anestesia más profunda. Puede que no sienta nada, pero así no nos queda ninguna duda», explica Eduard Gratacós, jefe del Servicio de Medicina Materno Fetal del Hospital Clínic de Barcelona. Este centro, con 200 intervenciones al año, es uno de los hospitales de referencia internacional en cirugía fetal. También es uno de los centros que utiliza anestesia cuando se ve obligado a practicar un aborto a un feto avanzado porque padece una malformación muy grave. «No está legislado, es un campo sin regular y debería hacerse. Nosotros lo hacemos porque lo consideramos más ético».
Cómo medirlo
La ciencia del dolor fetal es extremadamente compleja. Se trata de medir algo tan subjetivo como el dolor en un ser vivo que no ha nacido y no tiene forma alguna de comunicar sus sensaciones. No chilla, no se queja, no llora... Muchas de las discusiones científicas entran más en un terreno teórico que práctico porque resulta muy difícil caracterizar las respuestas fetales al dolor. Algunas reacciones podrían considerarse simples reflejos, difíciles de interpretar como una señal clara de sufrimiento fetal.
Pese a su complejidad, el estudio del sistema nervioso fetal sí ha permitido llegar a conclusiones que empiezan a aglutinar opiniones. Salvo investigaciones marginales ya pocos dudan que un feto siente. La clave ahora es decidir a partir de qué momento del desarrollo se produce.
Hormonas del estrés
¿Veinte, veinticuatro semanas? La frontera sigue sin estar clara. El australiano Nicholas Fisk, presidente de la Sociedad Internacional de Medicina Fetal, fue el primer en defender que a partir de las 20 semanas o cinco meses de gestación un feto siente si se le infringe algún daño. Lo defendía desde su experiencia, cuando en esa etapa del desarrollo había realizado transfusiones sanguíneas a niños no nacidos y el feto liberaba hormonas relacionadas con el estrés. Al aplicarles calmantes, el nivel hormonal volvía a la normalidad.
Pese a este dato, Fisk hoy cree que existen nuevas investigaciones en el campo de la Neurología que le han convencido de que resulta imposible sentir dolor antes de las 24 semanas, explica a «The New York Times».
Los signos de estrés, como los niveles elevados de cortisol, también aparecen en personas totalmente anestesiadas, aclara el responsable de cirugía fetal del Clínic de Barcelona. «En estos casos sabemos positivamente que no sienten dolor porque no lo relatan cuando desaparece la anestesia. Esa descompensación debe interpretarse como la respuesta del organismo a una agresión», dice.
«Lo que sí sabemos con certeza es que es imposible que un feto sufra antes de la semana 20. Físicamente es imposible», asegura el cirujano Eduard Gratacós. En esa semana es cuando se produce la primera conexión entre la médula espinal y el tálamo, en la base del cerebro. El tálamo es una estación de relevo sensorial y todas las vías de los sentidos, a excepción de la olfativa, pasan a través de esta estructura. Antes de que se establezca esta conexión física es imposible sentir dolor.
Gratacós sí anestesia a sus pequeños pacientes no nacidos de 24 semanas. «Es entonces cuando se completa la conexión física entre el tálamo y la corteza cerebral y se pueden empezar a transmitir las señales de dolor. Pero para que esa señal se transmita correctamente habría que esperar a la semana 29-30, asegura. «En ese momento, se dan todas las condiciones anatómicas para que un feto reciba señales de dolor de la misma forma que un recién nacido. Aunque no sabemos si realmente siente como tal».
En grandes prematuros, nacidos en ese tiempo, sí se han podido hacer estudios neurológicos, encefalogramas en los que se han visto señales que recuerdan de forma primitiva a las que experimentaría un niño.
Distinguir el tacto
La Universidad de Londres demuestran que, al menos, entre las 35 y las 37 semanas de gestación, poco antes de nacer, el cerebro fetal es capaz de procesar el dolor. En ese etapa, el cerebro del feto ya ha desarrollado suficientes redes neuronales para poder distinguir al dolor como una sensación distinta al tacto.


 



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