No sé si será verdad o no pero, por lo menos, ya están trabajando en este tema que preocupa tanto a los doctores. Ahora que, como encuentren la solución a este problema, van a fastidiar el 80% de los diagnósticos que daban, es decir, el tan sabido comentario….: "tiene que bajar de peso porque el exceso de peso acarrea muchos problemas físicos" y tú sales de la consulta con cara de idiota sobre todo cuando hablas con otras gentes que no tienen exceso de peso y padecen los mismos problemas de salud que tú.
BACTERIAS PARA ADELGAZAR
Científicos logran alterar el
metabolismo en roedores
Tranquilícese: la culpa de que usted tenga una tendencia a
engordar significativamente mayor que la vecina o el vecino no es sólo de su
inveterada falta de fuerza de voluntad, de la pasión por el aperitivo o de esos
irreprimibles viajes nocturnos a la nevera. Si usted y yo terminamos recibiendo
de la báscula una cifra mayor de la que esperamos es a causa de las bacterias
que anidan en nuestro intestino... ¡Qué le vamos a hacer!
Al menos eso es lo que acaba de determinar un estudio publicado en
la revista «Science» por el que se ha logrado alterar el metabolismo de ratones
mediante la introducción de bacterias del intestino humano. Es decir, parece
demostrado lo que ya se suponía: que existe una clara relación entre la dieta y
la biota que alberga nuestro organismo, y que esa relación tiene doble
dirección. Lo que comemos afecta al tipo de bichos que nos acompañan y éstos, a
su vez, intervienen en el modo en el que metabolizamos lo que comemos.
Durante el experimento se utilizaron roedores de laboratorio a los
que se les hizo cultivar bacterias de diferentes tipos de personas. Los
animales que recibieron biota humana de individuos delgados experimentaron una
aceleración de su actividad metabólica y, por lo tanto, tendían a perder peso.
Aquellos que, por el contrario, recibieron bacterias de humano con sobrepeso
engordaron. Todos los animales siguieron las mismas pautas de alimentación.
Además, las bacterias inyectadas procedían de mujeres gemelas con grandes
diferencias de peso para evitar sesgos en la investigación derivados de las
diferencias genéticas de la biota de un individuo u otro. Vamos, que no cabe
mucho margen de error: los ratones engordaban o adelgazaban en virtud de la
cualidad de los microorganismos que participaban internamente en su digestión.
Además, antes de la invasión con bacterias humanas, el aparato digestivo de los
roedores fue despojado de sus propios microbios para facilitar el anidamiento
del material donado.
Lo más sorprendente es que la cualidad de la microbiota pudo
transmitirse de unos animales a otros. La delgadez era contagiosa. Los ratones
tienen costumbres coprófagas, es decir, suelen digerir parte de los excrementos
de otros individuos. De ese modo, al convivir ratones de diferentes tipologías
de bacterias (delgados u obesos) los microorganismo se transmitieron de unos a
otros pero sólo en una dirección: algunas bacterias de los individuos delgados
se transmitieron a los gordos y éstos comenzaron a perder grasa corporal; pero,
en sentido contrario no se experimentaron cambios significativos.
Sin embargo, todos estos procesos de colonización bacteriana se
veían afectados si se cambiaba la dieta del animal. El intercambio de bacterias
«adelgazantes» (permítanme el uso del término aunque no sea del todo correcto
con la realidad del experimento) era más evidente en los roedores que comieron
una dieta equilibrada de frutas y verduras abundantes y menos en los que
comieron poca fibra y muchos carbohidratos y grasas.
Parece que no existen muchas dudas sobre la implicación de la
microbiota en la tendencia a la obesidad. Son muchas las investigaciones que
han llegado a la misma conclusión. Se ha comparado en muchas ocasiones la
población de microorganismos de personas obesas y delgadas y las diferencias
son sustanciales. Por ejemplo, se ha establecido una relación directa entre la
tendencia a engordar y la presencia en el intestino de dos bacterias concretas:
bacteroidetes y firmicutes. Parece que un desequilibrio al alza de las primeras
y a la baja de las segundas conduce a la ganancia de peso, pues ralentiza la
actividad metabólica del aparato digestivo.
Estas investigaciones
podrían ayudarnos a entender por qué, en similares circunstancias, unas
personas tienen más facilidad que otras para perder peso. La biota intestinal
es personal e intransferible. Cada uno de nosotros tenemos nuestra propia
proporción de bacterias y ésta cambia a lo largo de nuestra vida. Quizás en el
futuro, los endocrinos puedan establecer las pautas dietéticas de manera cada
vez más personalizada. Bastará con estudiar la composición de los
microorganismos intestinales y adaptar el menú a las circunstancias, sobre todo
en los casos de obesidad patológica que no reacciona a ningún tipo de dieta.
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