Ayunar 16 horas al día, la
última moda en
EE UU
- Una
nueva dieta promete perder 5 kilos en una semana comiendo sólo durante 8
horas diarias
Erik Montalbán
Las
dietas milagro son un fenómeno recurrente que aparece cada año –especialmente
tras las fiestas navideñas y antes del verano– con la promesa de perder kilos
de forma rápida. La dieta Dukan, la Atkins, la de la sopa o la de la luna son
sólo algunos de los métodos que siguen millones de personas en todo el mundo en
su lucha diaria contra la báscula, no siempre con éxito. La última moda de este
año, sobre todo en Estados Unidos, es la conocida como «dieta de las ocho
horas». El planteamiento es sencillo: coma usted lo que quiera pero sólo a lo
largo de ocho horas. El resto del día, ayuno constante. Se acabó eso de comer
muchas veces al día en pequeñas cantidades. Únicamente siguiendo esta
recomendación, David Zinczenko –redactor jefe de la revista americana «Men's
Health»– y Peter Moore prometen perder cinco kilos durante la primera semana y
1,25 kilos más cada semana. Este método, del que sus autores acaban de publicar
un libro, responde a un estudio científico realizado sobre ratones y publicado
el pasado mes de mayo por la revista «Cell Metabolism». Mientras que a un grupo
de ratones se le permitía comer todo lo que quisiese en cualquier momento, otro
grupo de estos animales tenía restringida la comida –eso sí, en cantidad
ilimitada– a tan sólo ocho horas diarias. Aunque ambos grupos consumían una
cantidad similar de calorías, el experimento reveló que aquellos ratones que
comían a todas horas estaban más gordos que los que ayunaban durante dos
terceras partes del día. Aplicado a los seres humanos, los inventores de la
dieta de las ocho horas aseguran que «nuestro cuerpo es como un reloj cuyo
sistema estalla» si asaltamos el frigorífico en mitad de la noche, empezamos el
día con un desayuno copioso, seguimos con el aperitivo, la comida, la merienda,
la cena... En cambio, si limitamos la ingesta de comida a un periodo de ocho
horas diarias –el que queramos–, «nuestro cuerpo tiene todo el tiempo que
precisa para procesar todo el tráfico del aparato digestivo», explican.
Aseguran que los beneficios, además de la pérdida de peso, pasan por un retraso
del envejecimiento, así como una disminución del riesgo de enfermedades
cardiacas, diabetes, cáncer e incluso el alzhéimer. «Si comemos muchas veces al
día, nuestro cuerpo no tiene tiempo de digerir el exceso de calorías y éstas
acaban en nuestra tripa. Por el contrario, si alargamos el tiempo entre nuestra
última comida del día y el desayuno del día siguiente, damos al organismo más
tiempo para quemar la grasa». Con todo, y a pesar de las expectativas que
infunden sus creadores, todas las dietas son, hasta que se prueba que funcionan,
castillos en el aire.
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