Me hallaba limpiando mis zapatos blancos que... ya no eran blancos, por el uso constante, y se habían vuelto amarillentos. Al tratar de volverlos blancos de nuevo, cosa que pensé no poder hacer, recordé algo: Uno trata de volver a tener el color blanco de la vida, aún teniendo ya plasmado en nosotros ese amarillento turbio.
¿Cómo hacer para que de nuevo nuestras vidas sean del color inicial?
Salí afuera para encontrar respuesta a esa pregunta y, claro, a buscar con que volver de nuevo blancos mis zapatos. En mi andar vi… niños correr, mojarse, reír, brincar, en definitiva vivir.
Más adelante vi una pareja de enamorados besándose, abrazándose, amándose. Miré a una madre darle su cariño incondicional a su hijo. A hermanos convencidos de que, más allá de sus lazos de sangre, están los lazos del amor. Ví y sentí también colores, formas, sabores, aromas, etc..
Al llegar a mi destino busqué en los estantes esa fórmula mágica para mis zapatos. Y la encontré… Era una pintura especial para estos casos. De regreso a casa y con la pintura en la mano, tomé los zapatos y empecé a tintarlos hasta que ese color desapareciera y de nuevo quedaron blancos como antes, aunque el desgaste de las suelas era evidente.
Y entonces pensé… ¿Sería posible encontrar una pintura similar que pueda tintarnos el alma, el cuerpo, nuestros pensamientos, sentimientos y sensaciones?
Miré hacia la ventana y vi una sutil mariposa, que terminó posándose en mi mano, y recordé que…
Quizá dicha pintura no existiera explícitamente y que no lográsemos ocultar ni borrar mágicamente el dolor, la soledad, la angustia y la desesperación.
Pero sí podemos ponerle a nuestra vida ese color… el color del amor, la alegría, la euforia, el toque de felicidad. Siempre podemos pintar nuestra lma del color que elijamos.
Claro, siempre y cuando estemos dispuestos.
Blanchu
:)
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