Bargas es un pueblo de origen celta. Según los expertos en estas lides, el nombre de Bargas significa : "Casas en lo alto de un cerro". Se encuentra a 10 kms. de Toledo y a 60 kms. de Madrid. Es un pueblo conocido por su pan, pan que ya llevaban hasta El Escorial en época de Felipe II. También hay un dulce típico, con denominación de origen, "las marquesitas". Es un pastelito realmente delicioso hecho a base de almendra molina, miel y huevo..... Hummm, se me hace la boca agua, lo que pasa es que a los que nos sobran unos "gramitos" de peso no nos conviene abusar.
Volvamos al calificativo de "Cristo de las miradas". Como en todas partes, aquí también hay gente creyente y no creyente pero, cuando el Cristo pasa por las calles de Bargas, todos, creyentes o no, alzan sus miradas para contarle sus penas/alegrías y pedirle por su gente y que nadie hable mal de él porque se parten el alma defendiéndole.
Ya se sabe que Cristo es el mismo en todas partes, pero en cada ciudad o pueblo, las vivencias con tus seres queridos son las que marcan que te inclines más a una advocación que a otra y aquí el que reina es el Cristo de la Sala.
Pués a este Cristo le he escrito varios poemas, que adjunto, y espero que a través de ellos podáis comprender mejor el sentir de un pueblo hacia su Cristo y el recuerdo permanente a sus seres queridos.
TERCER DOMINGO
Ya sale el Cristo, madre,
ya sale el Cristo,
por esas puertas
falsas de nuestro templo,
y mientras va saliendo
mira hacia el cielo
e invita a acompañarle
a los que ya se fueron.
Como cada septiembre viene
al encuentro
de todos los bargueños,
de nuestro pueblo,
para traer aliento,
paz y consuelo
a todos los que tienen
penas muy dentro.
Aunque viene clavado a
ese madero
donde nace el dolor
por los pecados,
Él quiere pasearse a
nuestro lado
porque su AMOR es
grande y verdadero.
Un amor generoso que
redime,
que olvida todo
aquello que le duele,
que llena de esperanza, que no muere
y da la mano incluso
al que le hiere.
En esa noche mágica,
llena de estrellas,
se inflama el corazón
de los bargueños
y en silencio le
envían sus plegarias,
le cuentan sus
fracasos y sus sueños.
Ya vuelve el Cristo, madre,
ya vuelve el Cristo,
ya vuelve a su morada
y está contento
porque ha visto que en
Bargas tiene su reino,
y ellos vuelan de
nuevo, vuelven al cielo.
B.R.O.
¡¡BARGUEÑOS!!
Oye, bargueño, ponte tus mejores galas
que esta noche sale el Cristo, nuestro Cristo de la
Sala,
y quiere le acompañemos por nuestras calles y
plazas,
para abrazarnos a todos como señal de esperanza.
Escucha, bargueña, ponte el mandil y la falda,
y tu mantón de manila, aderezos y arracadas,
y enciende bien esa vela que hace a la noche mañana,
para que alumbre el camino, para poder ver su cara.
Y engánchate al corazón del Cristo de las miradas,
con los ganchos del amor, de la fe, con toda el
alma,
y si has de pedir perdón hazlo con todas tus ganas
porque Él devuelve el calor a la noche más helada.
Aunque tu creas que en la cruz su voz se quedó
callada,
si escuchas al corazón oirás muy bien sus palabras.
Te susurrará
al oído y te hablará de un mañana
que si es con Él será bello y no has de sufrir por
nada.
Venga, bargueño, olvida ya tu añoranza,
que te ha dejado dos ángeles con sus alas
desplegadas,
para quitarte las penas, para enjugarte las
lágrimas,
para mostrarte el camino que lleva hasta su morada.
Vamos, bargueña, guarda ya tus arracadas,
deja que duerman silentes junto con esas enaguas,
esperando ver de nuevo la noche más estrellada,
la noche que para el Cristo tú eres su mejor
alhaja.
B.R.O.
DE NUEVO SEPTIEMBRE
De nuevo el tercer
domingo, ¡Señor, cómo pasa el tiempo!,
si parece que fue ayer cuando
hablaban los silencios.
Ya han empezado las prisas
y nos entra el desaliento,
por todo lo que hay que
hacer hasta llegar a tu templo.
Y con tanta desazón,
pienso para mis adentros:
Yo este año no me visto,
porque ya voy para viejo.
Pero el baúl te reclama y contienes
el aliento
y miras lo que guardaste,
como ayer ellos lo hicieron.
Y las arrugas nos gritan
que eso no es impedimento,
que el amor es el que
manda, que no es el entendimiento.
Que el mantón, las
arracadas y el traje de los bargueños,
pasan de manos en manos,
desde sus primeros dueños.
Ya estamos entre las filas,
junto con hijos y nietos,
esperando acompañarte,
aunque nos duelan los huesos.
Y se apagan las farolas y
se estremece este pueblo
cuando ve por fin tu cara
mientras sales a su encuentro.
Y empieza la procesión y,
justo en ese momento,
las velas chisporrotean y
se mueven los pañuelos,
y nos envuelve una paz que
nos cala muy adentro,
y empezamos a pedirte por
todos los que queremos.
“Cristo, mil gracias te
doy por la fe, por ser valiente.
Cristo, perdió su trabajo, haz que ella pronto
otro encuentre.
Cristo, te pido salud y un
poquito más de suerte.
Cristo, de él no te
olvides a la hora de su muerte.”
¿No le notas? ¿No le
sientes?
¿No late tu corazón a un
ritmo mucho más fuerte?
El ha dejado la cruz… El
ha vencido a la muerte…
El rompió nuestras cadenas…
El camina entre la gente…
B.R.O.
TE SIENTO CERCA
Hoy que camino sin fuerzas por las sendas de la vida,
que busco y no hallo respuesta a tanta desesperanza,
que mis manos están secas y no encuentran la salida,
y mis labios ya no saben ni rezar con esperanza.
Hoy quiero saber de ti, aunque mi fe no es muy firme.
Hoy quiero que tú me abraces, para ahogar este temor.
Hoy quiero escuchar tu voz llamándome por mi nombre.
Hoy quiero ser solo un hombre y llorar este dolor.
Deseo sentirte cerca y escucharte con el alma,
que tu aliento de confianza a mi interior le de calma,
y aunque tú sabes, Señor, que mil veces te he negado,
te necesito a mi lado para ser de nuevo yo.
Anhelo poder oír que estoy en tu corazón.
Espero poder volver al camino que mostraste.
Las dudas que en mí sembraste
volaron al ver la cruz
que dio la liberación.
Quiero sentir la dulzura de tus ojos al mirarme.
Quiero que cale muy dentro el mensaje de tu voz.
Quiero sentir que tu luz va guiando mi camino.
Quiero llegar a ser digno de contar con tu perdón.
Te siento cerca de mí, cuando a su fin llega el día.
Te siento cerca, mi Dios, aunque tenga el alma herida.
Te siento cerca, Señor, cuando ayudo a mis hermanos,
cuando les tiendo la mano y les hablo de tu amor.
B.R.O.
CUANDO ESTÉ CANSADO
Señor,
cuando esté cansado, triste y abatido,
sin tener
ya fuerzas de seguir camino.
Cuando ya
no pueda ni sentir el frío,
hazme que
yo sienta que cuento contigo.
Ven a
recordarme que hay nuevos comienzos.
Ven a
confortarme con tu abrazo amigo.
Cuando el
alma rota tenga por la pena.
Cuando
guarde dentro todo el desaliento.
Cuando ya
mis pasos no hagan más vereda.
Cuando ya
no entienda todo este silencio.
Déjame
llorarte todas mis tristezas
Déjame
expresarte todo lo que siento.
Haz que
yo comprenda que el árbol se dobla,
se agita,
estremece, deshoja, pero queda erguido
para
darnos sombra, para dar cobijo.
Que a
todas sus ramas volverá el rocío.
Que habrá
nuevos frutos, se harán nuevos nidos,
para
darle vida y para inundarle de bellos sonidos.
Hazme
compañía hasta que yo entienda
que el
sol que me inunda sale cada día.
Que mi
pena puedo yo dejar atrás.
Que puedo
llorar más por alegrías.
Muéveme
en el alma, vuélveme a mí mismo.
Muéstrame
la forma de no ser vencido.
Hazme ver
que hay puentes para pasar ríos.
Que
también hay alas para los abismos.
Y que
cada día nos trae nuevas flores,
nos trae
esperanza, nos da nuevos bríos.
Ven a
despertarme si por el cansancio me quedé dormido
y haz que
yo comprenda que puedo, mi AMIGO.
B.R.O.
DE TU CRUZ A MI LIBERTAD
Hoy volvemos a encontrarnos frente a frente.
Hoy se vuelven a cruzar nuestros caminos.
Hoy se agolpan tus palabras en mi mente.
Hoy comprendo que tu amor es mi destino.
De nuevo quieres instalarte en nuestras almas
y buscas con anhelo al que más sufre,
al que trabaja con tesón por los que amas,
a los que el tiempo del dolor les dio de bruces.
A todos los que se han comprometido
para aliviar las lagrimas de otros.
A aquéllos que llevan consuelo al oprimido,
y procuran aportar esperanza a muchos otros.
Quiero aprender de Ti, de tus entregas.
Quiero enterrar también la venganza junto al odio.
Quiero llorar y perdonar todo el oprobio,
pues no sacia ni acalla el dolor de nuestras penas.
¿Un nombre? ¿Una cruz? ¿La soledad?
Tres palabras que completan nuestra vida.
Aunque a veces no encontremos la salida:
Del calvario “de tu cruz” vio la luz “mi libertad”.
B.R.O.
EL CRISTO
DEL AMOR
Te
amarraste a una cruz porque quisiste
dar no
sólo tu amor, también la vida.
Por todas
nuestras culpas te rendiste
y
eludiste elegir mejor salida.
¿Por qué al
verte así me siento triste?
¿Por qué no
entiendo que aceptes los desprecios?
¿Por qué morir
por nosotros decidiste?
¿Por qué a
veces no comprendo tus silencios?
¿A quien
le contaré todas mis penas?
¿Adonde
iré a buscar yo mi consuelo?
Si mi
alma sin ti no está serena,
y sentir
tu presencia es lo que anhelo.
Se
refleja, Señor, en toda tu persona
lo que tienes de humano y de divino
y has
querido mostrarnos el camino
confirmando
que todo por AMOR tú nos perdonas.
Has venido
a demostrarnos con tu muerte
que
después de ese calvario hay otra vida,
donde el
alma queda al fin ya redimida
y así
poder estar contigo eternamente.
B.R.O.
LA
CRUZ
¿Por qué siempre
tu cruz perturba tanto?
¿Por qué el
temor incita a no mirarla?
¿Por qué la sinrazón quiere enterrarla
para evitar que
su luz siga alumbrando?
Pretenden que
vayamos a otras sendas,
que el silencio
se instale en los caminos,
que se anule
toda clase de conciencias
y que un velo
de sombras sea el único destino.
Quieren que todos
empecemos a negarte
porque están
muy lejos, porque están distantes,
porque no
comprenden que al sacrificarte
nos diste una
vida para no ir errantes.
Dales de beber de
ese agua viva
que apaga toda
sed y sacia el hambre.
Muéstrales de
nuevo las heridas,
que metan sus
dedos, que los clavos hablen.
Señor, no les
dejes seguir con esa afrenta.
No permitas que
una ley pueda contigo.
Haz que se
recobre la consciencia,
para evitarnos
sucumbir en el abismo.
B.R.O.
¡¡¡MADRE!!!
Te ve pasar tu
madre con gran duelo,
arrastrando un
madero hacia la cima,
también te han
coronado con espinas
y por tres
veces dejan que caigas en el suelo.
Mientras subes
al calvario Tú la encuentras
y en sus ojos
se refleja la amargura,
ella quisiera
abrazarte con ternura
para amainar
ese dolor y esas afrentas.
Al cruzar sus miradas contenidas
Jesús recuerda
ahora otras caídas,
cuando, a base
de cariño y con paciencia,
María le curaba
las heridas.
Tuviste que
vivir ese calvario
y llegar hasta
el fin, hasta el sudario,
morir en la
cruz entre ladrones
por querer robar
tan sólo corazones.
Y te llega el
final y cuando expiras
nos dejas a
María como Madre,
confirmas que
después hay otra vida
donde vivir felices
junto al Padre.
B.R.O.
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