AMIGO POETA
(Pepe Luis Téllez de Cepeda)
Muy pegado a la vida, así es tu caminar
y has llegado a viejo, cual se llega al mar,
azotado por el viento de los años
que nos mece entre amor y desengaños.
En tu voz siempre resuenan caracolas
que nos traen el sonido de poesías,
que nos unen como la espuma con las olas
y nos sigues sorprendiendo todavía.
Que la poesía muestra sin engaños
lo grandes que son los sentimientos,
a veces escucharlas hace daño
y otras veces reflejan nuestros sueños.
Te rehiciste y creciste en el acoso
de todo aquello que te pegó por dentro
y con tu andar tranquilo y generoso
demostraste que tú eras dueño de tu tiempo.
Que tu experiencia es un reposar,
como hay que hacer para ver amanecer,
que has sido sabio por saber callar
y generoso para comprender.
Que tienes el valor de corregirnos
con amable y noble sentimiento,
reconocerte en nosotros a ti mismo
y así poder brindarnos buen ejemplo.
Si tu amistad me lleva a amar a Dios
y así tratar mejor a los demás,
quisiera yo de todo corazón
en ti encontrar un amigo de verdad.
AMIGO BUENO (Don Paco)
Tu caminar por la vida
va acompañado de esfuerzo
por recordar el pasado,
por revivir buenos tiempos.
La bondad se ha reflejado
en el brillo de tus ojos,
en tu ademán relajado,
en tu halago contagioso.
Siempre esa palabra amable
y ese cariño sincero
que demuestra a todo el mundo
que aquí puede haber un cielo.
En un rincón de tu alma
se han labrado tus poemas
por amores encontrados,
por alegrías, por penas.
Es ese el lugar callado
donde tú guardas los sueños,
ésos que ya se han cumplido,
los que jamás se cumplieron.
Los recuerdos más preciados.
Los amigos que se fueron.
Avatares de la vida
que se quedan muy adentro.
Tu corazón es tan grande
que acoge al buen peregrino,
acompaña a la cigarra
y al ruiseñor en su trino.
Siempre tienes un momento,
siempre una sonrisa puesta,
con eso vas confirmando
que amar es la gran apuesta.
Pase un año o pasen tres,
pase el tiempo que Dios quiera,
yo siempre agradeceré
tu amistad tan verdadera.
B.R.O.
Tan solo una brisa tocó en tu ventana
y un suave susurro llegó al corazón.
Tan solo se oyó el silencio del alma,
cuando consentiste seguir al Señor.
La muerte sigilosa te vino a visitar
y Cristo escogió como punto de partida,
para hablarle al cielo de tu venida,
la hora más sencilla, el alba al clarear.
Te rendiste como el olor ante una bella rosa.
Sin negarte emprendiste ese eterno caminar.
Se encendieron para ti luciérnagas hermosas
que mostraban el sendero al mejor despertar.
Al igual que María tu respuesta en la vida,
muchas veces, fue un “sí”.
Jamás pesaba la dureza del camino,
los desvelos, las penas, lo importante era el “fin”.
A cualquiera que cruzara tu destino,
le ofrecías tu mano y le hablabas de amor.
Daba igual si era jilguero o era mirlo,
no importaba la hora, ni el frío, ni el calor.
Y Dios jubiloso te dio la bienvenida,
te acurrucó en sus brazos, ya no había dolor.
Te uniste a todos ellos para toda la vida
y entonasteis canciones hasta ponerse el sol.
B.R.O.
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