domingo, 10 de febrero de 2013

La lealtad





Me ha encantado este artículo de Sostres con el que estoy totalmente de acuerdo.  De momento, casi la única persona que es leal, consecuente e íntegra es Esperanza Aguirre.  Mientras no se demuestre lo contrario, todos estos "politicuchos de tres al cuarto" deberían darse un puntito en la boca y asumir sus responsabilidades.


LA LEALTAD

Salvador Sostres


A Esperanza Aguirre la acusan en Génova de deslealtad sin límites por haber reclamado más determinación contra la corrupción y por haber dicho que Ana Mato tendría que haber ya dimitido.

Los partidos están tan moralmente deshechos, y tan perdidos, que acaban acusando de deslealtad a los que denuncian la corrupción y no a los que la cometieron, y consideran que lo correcto es tapar las vergüenzas y continuar engañando a los ciudadanos en lugar de investigar hasta el fondo con luz y taquígrafos, asumir las responsabilidades que sean necesarias y pedir disculpas por el mal causado.

Esperanza no le debe ninguna lealtad a ningún estafador, ni a ningún farsante, y la mayor lealtad con el partido la ha demostrado ella con su vigor y sus escrúpulos y no esta banda de presuntos moralistas que lo único que hacen es desprestigiar la política.

Rajoy ha dicho que mantendrá a Ana Mato de ministra porque "se lo merece", como si la política española consistiera en lo que Ana Mato se merece y no en lo que se merecen los españoles.

La regeneración de la política, como todo lo fundamental, comienza con un gesto interior, con un convencimiento íntimo. Siempre habrá corrupción en el PP mientras en él permanezcan personas de la deficiencia espiritual de los que en nombre del más flagrante e inaceptable de los encubrimientos han acusado a Esperanza de desleal. Aunque ellos concretamente no hayan robado nada, son los que generan el entorno justificativo para que toda clase de tropelías se produzcan y los que entienden la lealtad como una bajeza criminal y no como un acto de honor con voluntad de rigor y de servicio.

Hasta que el sentido del honor no vuelva a la política y continuemos chapoteando en lo vulgar y en lo mezquino; hasta que los partidos sean más leales a sus siniestras maquinarias que al país y a los ciudadanos para los que se supone que trabajan, iremos rebotando de escándalo en escándalo y será la putrefacción lo que verdaderamente no tendrá límites.

Si la lealtad a un partido no se entiende como el reflejo de la lealtad al país y a la ciudadanía la política sólo servirá para mantener a la casta política y acabarán teniendo trágicamente razón los que con tanto desprecio y tanta ignorancia dicen que todos los políticos son iguales.

Los desleales son los que trapichean, los que roban, los mediocres, los holgazanes, los que se burlan de la grandeza y el sacrificio de tantos hombres y mujeres que dedicándose a la política con generosidad y entrega abolieron la tiranía, consolidaron la libertad y dejaron un mundo mucho mejor del que encontraron para que nosotros pudiéramos surcar la bahía de la tranquilidad.

Denunciar a corruptos y encubridores es en cambio un acto de heroicidad, y sólo podemos confiar en políticos y en líderes a los que no les tiembla la mano, ni la dignidad, a la hora de hacerlo.

Esperanza ha sido más leal que nadie al PP aunque una banda de turbios personajes no disponga de la altura moral ni intelectual para comprenderlo. Y nos ha sido leales a los ciudadanos, que es en lo que consiste la política, y no en encubrir a gángsters ni en lo que se merezca o no se merezca Ana Mato.

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