He tardado unos días en escribir sobre el tema de la “doctrina Parot” porque me hervía la sangre.
De lo que sí me he dado cuenta es que casi 46 millones de españoles
estábamos errados con respecto a la justicia española. ¿Quién ha dicho que es
lenta? Para nada, y si no fijaos en lo
rápida que ha sido con los “asesinos de ETA”.
No habían pasado ni 48 horas y ya se había reunido todos los magistrados
y dejado en libertad a una mujer que ha cometido 24 asesinatos, a sangre fría. Detrás
de ella más y más…..
Otra cosa es la justicia para los ciudadanos de a pié, para esos la demora
puede ser por tiempo indefinido y, para más “inri”, si te descuidas, te condenan a penas tremendas por el mero
hecho de que se te haya podido pasar poner alguna cosa en la declaración de la
renta.
Inés del Río se llama la susodicha y ha salido de la cárcel habiendo
cumplido tan sólo 26 años y 3 meses de los más de 3.824 a los que había sido
condenada, es decir, su bajeza humana le ha salido baratita, un año por cada
inocente asesinado.
Todo esto con la aquiescencia de los 17 miembros de la Sala de lo Penal de la Audiencia
Nacional que han acordado, con una celeridad pasmosa y por unanimidad, su
excarcelación. Dicen, como
justificación, que la sentencia de Estrasburgo les obliga a excarcelar a la
terrorista.
Pero ahí no queda la desfachatez porque el fiscal superior del País
Vasco, Juan Calparsoro, ha señalado que se «resiste»
a llamar «terrorista o asesina» a la etarra Inés del Río, «porque lo ha sido
sin duda, pero ya no lo es», ya que «ha tenido 26 años de cumplimiento
efectivo de condena» y, por tanto, «ya
ha cumplido con la sociedad».
Cuando la he
visto en los periódicos sonriendo y en compañía, entre otros, de su hijo, he
pensado ¿esta “tía” le amará? y cuando me he preguntado por los sentimientos de
este hijo para con su madre, me he dicho ¿este hijo estará orgulloso de su
progenitora?
Si en
circunstancias normales de la vida un asesinato es algo que, como mínimo, hunde
en la miseria (anímicamente hablando) a la familia del asesino ¿cómo es que
esta “gentuza” se puede vanagloriar de haber matado a tanta gente? ¿no pueden,
por lo menos, disimular y no reírse tan fácilmente cuando van por la calle o
cuando se cruzan con las familias de los asesinados? ¿No se les retuercen las
entrañas? Y a los responsables de sus sentencias ¿cómo pueden dormir tranquilos
sabiendo que han cometido una injusticia tan tremenda?
Creo que
todos, de verdad lo pienso, cuando nos quedamos
a solas y nos miramos al espejo vemos reflejado nuestro verdadero valor
humano (para algunos valor inhumano) Espero, por el bien de la raza humana, que
la gente de esta calaña –la que mata con premeditación y alevosía, la que deja en libertad sin deber hacerlo, etc., etc…-
tarde o temprano se avergüence de su
proceder.
Qué bien
explica la triste realidad que vivimos la viñeta que os adjunto.
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