LAS CONVERSACIONES DE JORGE BERGOGLIO
SOBRE EL DINERO
Siendo arzobispo de Buenos Aires, el hoy Papa Francisco mantuvo largas conversaciones con su gran amigo el rabino Abraham Skorka,
director del Seminario Rabínico Latinoamericano. Aquel diálogo -que
abordaba asuntos teológicos, económicos, sociales y políticos- ve ahora
la luz en un libro, «Sobre el Cielo y la Tierra» (Debate), que ofrece un
compendio del pensamiento del nuevo Pastor de la Iglesia. ABC lleva hoy a su Tercera la prepublicación de uno de sus capítulos:
Bergoglio: El
cristianismo condena con la misma fuerza tanto al comunismo como al
capitalismo salvaje. Existe una propiedad privada, pero con la
obligación de socializarla en parámetros justos. Un ejemplo claro de lo
que sucede es lo que pasa con el dinero que fuga al exterior. El dinero
también tiene patria, y aquel que explota una industria en el país y se
lleva el dinero para guardarlo afuera está pecando. Porque no honra con
ese dinero al país que le da la riqueza, al pueblo que trabaja para
generar esa riqueza.
Skorka: La
Biblia presenta un plan económico desarrollado en el libro de Levítico.
Según dice, cada uno tenía su parcela. Si uno no la podía trabajar, la
podía arrendar. Pero la ley trataba de asegurar que cada uno tuviese su
propiedad inalienable que le permitiera tener los medios para vivir con
dignidad. Indudablemente, la experiencia de la historia nos muestra que
el hombre necesita un incentivo para su trabajo. Hay que ver por qué
fracasó la Unión Soviética, amén de que había una clase que seguía
manteniéndose en el poder y vivía con todos los lujos, mientras gran
parte de la población vivía en condiciones paupérrimas. La abolición de
la propiedad privada seguramente fue otro de los factores gravitantes en
su fracaso. Hubo un experimento en el siglo XX, muy exitoso, que fueron
los kibutzim, las colonias agrícolas organizadas con el sistema
socialista que fueron una de las columnas vertebrales que permitieron la
creación y el crecimiento del Estado de Israel. Pero hoy en día ya no
representan el eje de la economía israelí y buscan las formas de
desarrollo socioeconómico para su subsistencia. La idea de propiedad
privada dentro de una justa distribución y redistribución de la riqueza
parece ser la senda. Retornamos a la ley, sugerencia de orden social,
que propone el Levítico. Por otra parte, cuando a aquellos que
desarrollan los esquemas económicos de una sociedad lo único que les
importa es el «Dios Dinero», el «Dios Consumo», y dejan de ver al hombre
como cuestión última, esencial, se llega al capitalismo salvaje. En la
medida en que el capital sirva para ayudar al hombre, bienvenido sea,
pero, si no, se deben implementar las correcciones necesarias a fin de
diseñar un orden social más justo.
Bergoglio: De
ahí la importancia que tiene entre nosotros el concepto de deuda social.
En todo usufructo, hay que considerar la dimensión de deuda social.
Skorka: A mis
alumnos les enseño a no rendirle pleitesía a aquel que tiene muchas
posesiones y muestra una actitud de soberbia, al que tiene el dinero y
piensa que por ende tiene el poder. Por supuesto, cuando se organiza una
comunidad, para construirla, se necesita de gente pudiente, pero el
dinero debe ser bien habido. No es verdad que el dinero no tiene nombre.
Con el dinero manchado de sangre no se puede construir espiritualidad.
Bergoglio: Hay
un dicho de un predicador de los primeros siglos del cristianismo que
dice que detrás de una gran fortuna siempre hay un crimen. No creo que
siempre sea verdad. Comparto lo que dice, Rabino: algunos creen que por
dar una donación lavan su conciencia. Pero, en el diálogo pastoral, la
conciencia se lava de otra manera. A veces pregunto al que se confiesa
si da limosna a los mendigos. Cuando me dicen que sí, sigo preguntando:
«¿Y mira a los ojos al que le da limosna, le toca la mano?». Y ahí
empiezan a enredarse, porque muchos le tiran la moneda y voltean la
cabeza. Son actitudes, gestos. O sos solidario con tu pueblo o vivís de
tu dinero mal habido. Nosotros tenemos el séptimo mandamiento, no
robarás.
Está aquel que tiene dinero mal habido y quiere restituirlo
con una obra de beneficencia. Jamás acepto una restitución si no hay un
cambio de conducta, un arrepentimiento que me conste. Si no, lava la
conciencia, pero después sigue la farra. Una vez a un dirigente
religioso lo acusaban de recibir dinero del narcotráfico, y él decía que
usaba el dinero para el bien y no preguntaba de dónde venía. Eso está
mal.
El dinero manchado con sangre no se puede aceptar. La
relación entre la religión y el dinero nunca ha sido fácil. Siempre se
habla del oro del Vaticano, pero eso es un museo. También hay que
distinguir el museo de la religión. Una religión necesita dinero para
manejar sus obras, y eso se hace a través de instituciones bancarias, no
es ilícito. El tema es el uso que uno hace del dinero que recibe en
calidad de limosna o contribuciones. El balance vaticano es público,
siempre da déficit: lo que entra en donaciones o por visitas a museos va
a leprosarios, a escuelas, a comunidades africanas, asiáticas,
americanas.
Skorka: Crear
una institución perfecta, aun religiosa, es imposible. Porque los
hombres son imperfectos. Siempre detrás de un hombre hay conflictos, y
hay sacerdotes, curas, pastores, rabinos que ingresan en las
instituciones religiosas por distintas razones; puede ser para
desarrollarse o porque les sirve de contención, pero en determinados
momentos se descarrían. No todos los eclesiásticos tienen una conducta
intachable. Pero eso no debe invalidar la esencia. Que haya uno
descarriado no permite inferir que todo es hipocresía. Hay que separar
la paja del trigo. Lo que pasa es que a la religión se le exige más
porque en su esencia está la moral. Cada hombre que se dice de fe y
realiza actos reñidos con la moral es doblemente culpable, lo mismo que
el juez que no dicta justicia. Porque destruye el concepto de justicia
entre sus compatriotas. Cuando en los años oscuros los que estuvieron a
cargo de luchar contra la guerrilla lo hicieron dejando de lado la
justicia y se descarriaron totalmente, fueron doblemente culpables.
Porque el daño que le hicieron a la Argentina es terrible, amén del que
provocaron en el seno de tantas familias. Lo mismo con un político que
hace algo incorrecto, es doblemente culpable. Porque tiene la obligación
de constituirse en un paradigma.
Bergoglio: Lo
peor que le puede pasar a un religioso es una doble vida, sea rabino,
cura o pastor. En una persona común, puede suceder que tenga su hogar
acá y su nidito allá y que no parezca tan condenable, pero en un hombre
religioso es absolutamente condenable. Juan Pablo II fue terminante en
eso, con el lío del Banco Ambrosiano ordenó que se pague todo.
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