Francisco, el Papa del “fin del mundo”
PABLO SEBASTIÁN
Jesuita,
americano, argentino, el nuevo Papa se llama Francisco, tiene 76 años, está
considerado un “moderado” cercano a los problemas de los fieles de la Iglesia y
era hasta el día de ayer el cardenal arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario
Bergoglio. Un Papa que, en cierta manera representa un cambio importante en el
seno y la cúpula de la Iglesia Católica, por cuanto se distancia de las
recientes intrigas y luchas de poder de la Curia vaticana. Y también por su
trayectoria y su condición de jesuita americano (“parece que los cardenales han
ido a escoger al nuevo Papa al fin del mundo”, dijo en sus primeras palabras)
frente a los dos papas anteriores más integristas, Juan Pablo II y Benedicto
XVI, porque puede que Francisco I esté en la mitad del camino que va de sus
predecesores a Juan XXIII.
Un
Papa americano, por primera vez en la historia del Vaticano (todos los
anteriores Papas fueron europeos), hispanoamericano que habla castellano como
su lengua materna y con claro acento argentino, lo que constituye un
reconocimiento por el colegio de los cardenales no solo de su persona sino
también de la fuerza de la Iglesia Católica en toda América Latina. Y, dada su
condición de jesuita, un reconocimiento a la labor a la Compañía de Jesús, que
fundara San Ignacio de Loyola, en todo el mundo.
Un
dato este último que habrá sido apreciado en el Cónclave por los cardenales de
Asia, África, América y España, frente al núcleo duro italiano y europeo. Y lo
que habrá facilitado su victoria en la quinta y a la vez última votación, tras
las eliminaciones sucesivas de los que parecían candidatos favoritos y hombres
fuertes de la Curia, que han quedado finalmente relegados. De hecho se cuenta
que, en el anterior Cónclave de 2005, el cardenal Bergoglio había recibido
entonces el voto de muchos de sus compañeros. Se llegó a decir que incluso
había quedado finalista con Ratzinger.
Y
se subraya que como una persona más cercana al pueblo dista mucho de las
últimas intrigas vaticanas de las que ahora tendrá todas las noticias
pertinentes, al acceder al informe secreto del ‘Vatileaks’ que le ha dejado su
antecesor Benedicto XVI, con el que ahora conversará el nuevo Papa Francisco I.
El que nada más salir al balcón de la Plaza de San Pedro dedicó palabras de
elogio y oraciones para el Papa emérito Ratzinger. Antes se presentó a los allí
congregados como el obispo de Roma y luego pidió a los presentes que rezaran en
silencio por él y finalmente les ofreció su bendición.
Sin
duda una gran sorpresa para todo el mundo, y sobre todo para los medios de
comunicación, aunque puede que no para muchos de los cardenales que
participaban en el Cónclave que ya llevaban en su mente la intención de votar
al cardenal Bergoglio, quien a buen seguro fue ganando adeptos hasta conseguir
la mayoría o más de los dos tercios (77 votos) del colegio de electores (115).
Una
gran sorpresa para los medios de comunicación y también para los católicos de
todo el mundo. Y sobre todo una esperanza de cambio y de modernidad si es que
el Papa Francisco I inicia un camino de renovación y a la vez pone orden y se
enfrenta a todos y cada uno de los problemas de la Curia romana que, sin duda,
habrán influido en la renuncia y la marcha de Benedicto XVI. Y sorpresa y puede
que alguna reticencia puede que haya causado entre algunas congregaciones y
prelaturas de la Iglesia, por ser Jesuita, como los seguidores de Comunión y
Liberación, a los Neocatecumenales, Legionarios de Cristo y el Opus Dei, que
quizás hubieran preferido un Papa mas integrista y conservador.
Para
España, el Papa Francisco, como hispanoparlante y a la vez latinoamericano,
esta es una buena noticia y parece probable que los cinco cardenales españoles
que acudieron al Cónclave le han dado su voto. Y qué decir para Suramérica,
Argentina y Buenos Aires, aunque ahora se recuerda que no se enfrentó a la
dictadura militar que tantas atrocidades cometió en su país. Sin embargo es a
partir de ahora cuando conoceremos al nuevo Papa y el rumbo que impondrá en la
Iglesia Católica, tan necesitada de un nuevo impulso y de un “pastor”.
Francisco I ha dicho que los cardenales fueron a elegir al nuevo Papa “al fin
del mundo”. Precisamente de allí, de la tierra de fuego, ha de venir su
innovación.
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