Jorge Bucay (n. Buenos Aires;
30 de octubre
de 1949) es
un psicodramatista,
terapeuta gestáltico y escritor argentino.
Nació en el barrio de Floresta, en la ciudad de Buenos Aires.
Se graduó como profesor en 1973,
en la Universidad de Buenos Aires, empezando su
especialización en enfermedades mentales en el servicio de Interconsulta del
Hospital Pirovano de Buenos Aires y en la Clínica Santa Mónica del partido
bonaerense de Vicente López, completando su formación como terapeuta en Chile y
en Estados Unidos.
En su camino previo
pasó por decenas de trabajos, desde que decidió ganarse su propio dinero a los
13 años. Ha sido vendedor ambulante de
calcetines, de libros y de ropa deportiva, agente de seguros, taxista, payaso,
almacenero, educador, actor, médico de guardia, animador de fiestas infantiles,
psiquiatra, coordinador de grupos, columnista de radio, conductor de televisión
y psicoterapeuta de parejas y adultos.
Poco a poco os iré
trayendo escritos de este hombre tan maravilloso y claro a la hora de compartir,
a través de sus fábulas/cuentos, su visión de la vida respecto a los humanos.
LA PRINCESA
BUSCA MARIDO (Jorge Bucay)
Había una vez una princesa, que quería encontrar un esposo digno de ella,
que la amase verdaderamente. Para lo cual puso una condición: elegiría marido
entre todos los que fueran capaces de estar 365 días al lado del muro del
palacio donde ella vivía, sin separarse ni un solo día. Se presentaron
centenares, miles de pretendientes a la corona real. Pero claro al primer frío
la mitad se fue, cuando empezaron los calores se fue la mitad de la otra mitad,
cuando empezaron a gastarse los cojines y se terminó la comida, la mitad de la
mitad de la mitad, también se fue.
Habían empezado el primero de enero, cuando entró diciembre, empezaron de nuevo los fríos, y solamente quedó un joven. Todos los demás se habían ido, cansados, aburridos, pensando que ningún amor valía la pena. Solamente éste joven que había adorado a la princesa desde siempre, estaba allí, anclado en esa pared y ese muro, esperando pacientemente que pasaran los 365 días.
La princesa que había despreciado a todos, cuando vio que este muchacho se
quedaba empezó a mirarlo, pensando, que quizás ese hombre la quisiera de
verdad. Lo había espiado en Octubre, había pasado frente a él en Noviembre, y
en Diciembre, disfrazada de campesina le había dejado un poco de agua y un poco
de comida, le había visto los ojos y se había dado cuenta de su mirada sincera.
Entonces le había dicho al rey:
- Padre creo que finalmente vas a tener un casamiento, y que por fin vas a tener nietos, este es el hombre que de verdad me quiere.
- Padre creo que finalmente vas a tener un casamiento, y que por fin vas a tener nietos, este es el hombre que de verdad me quiere.
El rey se había puesto contento y comenzó a prepararlo
todo. La ceremonia, el banquete e incluso, le hizo saber al joven, a través de
la guardia, que el primero de Enero, cuando se cumplieran los 365 días, lo
esperaba en el palacio porque quería hablar con él.
Todo estaba preparado, el pueblo estaba contento, todo el mundo esperaba ansiosamente el primero de Enero. El 31 de Diciembre, el día después de haber pasado las 364 noches y los 365 días allí, el joven se levantó del muro y se marchó. Fue hasta su casa y fue a ver a su madre, y ésta le dijo:
Todo estaba preparado, el pueblo estaba contento, todo el mundo esperaba ansiosamente el primero de Enero. El 31 de Diciembre, el día después de haber pasado las 364 noches y los 365 días allí, el joven se levantó del muro y se marchó. Fue hasta su casa y fue a ver a su madre, y ésta le dijo:
- Hijo querías tanto a la princesa, estuviste allí 364 noches, 365 días y el último día te fuiste. ¿Qué pasó?, ¿No pudiste aguantar un día más?
Y el hijo contestó:
- ¿Sabes madre? Me enteré que me había visto, me
enteré que me había elegido, me enteré que le había dicho a su padre que se iba
a casar conmigo y, a pesar de eso, no fue capaz de evitarme una sola noche de
dolor, pudiendo hacerlo, no me evitó una sola noche de sufrimiento. Alguien que
no es capaz de evitarte una noche de sufrimiento no merece de mi, Amor,
¿verdad madre?
Cuando estás en una relación, y te das cuenta de que pudiendo evitarte una mínima parte de sufrimiento, el otro no lo hace es, porque todo se ha terminado.
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