lunes, 11 de marzo de 2013

El elefante encadenado - reflexión ...




Lamentablemente, como el elefantito, casi todos estamos cogidos a la estaca después de que hayamos tirado de ella cuando éramos pequeños o no tan pequeños y, al final, acabamos acostumbrándonos a ella y a autojustificar nuestra falta de valor para cambiar las cosas que no nos dejan crecer como personas y ser felices.




EL ELEFANTE ENCADENADO
Jorge Bucay

Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales, después me enteré que el que más me llamaba la atención era el elefante. Durante la función, el enorme animal hacía despliegue de su tamaño, peso y fuerza descomunal... pero después de su actuación y durante el tiempo en que quedaba en el escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas clavada a una pequeña estaca clavada en el suelo.
Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra.  Aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal era capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, por lo que podría con facilidad arrancar la estaca y huir.
El misterio es evidente:
¿Qué lo mantiene entonces?
¿Por qué no huye?
Entonces pregunté por el misterio del elefante. Algunos me explicaron que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado.
Entonces hice una pregunta obvia:
Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.
Con el tiempo me olvide del misterio del elefante y la estaca... y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.
Hace algunos años descubrí,  por suerte para mí ,que  alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta:
El elefante del circo no se escapaba porque ha estado atado a una estaca
parecida desde muy, muy pequeño. Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró, sudó, tratando de soltarse y,  a pesar de todo su esfuerzo, no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él.  Juraría que se durmió agotado, y que al día siguiente volvió a intentarlo de nuevo, y también al otro y al que le seguía... Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.
Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no se escapa porque cree el pobre que NO PUEDE.
Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo. Jamás... jamás... intentó poner a prueba su fuerza otra vez...

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