¡¡¡Por favor…!!! Que nos da la risa. Cuántos estudios se hacen,
cuánto dinero tirado a la basura para llegar a la conclusión de que en España
no se cena demasiado tarde sino que seguimos bajo los mandatos del “dictador” muerto.
Es bueno echarle la culpa de nuestras ineptitudes a cambiar las
cosas que hay que cambiar a los que no pueden decir ni pio.
Seamos consecuentes y pongamos los horarios que realmente nos hagan
ahorrar y dejemos de mareas la perdiz.
Estudio del
matemático italiano Stefano Maggiolo
EL EMBROLLO DEL DESFASE HORARIO EN EL PLANETA
POLÉMICA
Estudio del matemático italiano Stefano Maggiolo
PABLO PARDO
Washington
¿Los españoles cenamos más tarde que en ningún otro
país o en realidad cenamos a la misma hora que los otros, pero con el reloj
atrasado? Ésa es la pregunta que se le pasó por la cabeza a Stefano Maggiolo, un matemático italiano de 29
años, durante una visita a Salamanca el año pasado. «Pensé: 'Esta gente, ¿cena
a las 10 de la noche por una cuestión cultural o porque tienen la hora mal?'»,
recuerda.
La sorpresa de Maggiolo es lógica. Los horarios
españoles no tienen parangón en el mundo. En Colombia desayunan a las 7 u 8
de la mañana; comen a las 12 y media o 1 de la tarde, y cenan a las 7 u 8. En
Estados Unidos se come entre las 12 y la 1, se cena entre las 6 y las 7 y media
y, cuando uno tiene un empleo estable, dice que tiene un trabajo «de 9 a 5», en
referencia a la hora a la que entra y a la que sale. Aunque pocos superan a los
habitantes de Pekín y, en general, a los asiáticos, donde suelen desayunar a
las 6 ó 7, comer a las 11 ó 12, y cenar a las 5 (eso sí, en el mejor estilo de
Extremo Oriente, se pasan el día entero picando).
Hasta enero, Maggiolo no tuvo tiempo para desarrollar
su proyecto. Pero entonces, gracias a ocho horas de trabajo, un mapa de
Wikipedia y un sistema informático que permite emplear sombras y no solo
píxeles, logró poner de manifiesto de forma gráfica -y también escrita, en un post para su blog-
una tremenda realidad: no es solo que los españoles vivamos en la hora
equivocada, sino que prácticamente toda la Humanidad está a destiempo.
El ser humano del siglo XXI vive o demasiado pronto o
demasiado tarde. Maggiolo colgó su post, con mapa incluido, en Reddit,
una red social tremendamente popular en EEUU, que destaca por la heterogeneidad
de sus contenidos: desde porno amateur hasta chats con, por ejemplo, Barack
Obama, o el director de la revista Foreign Affairs, Gideon Rose. La visión del
desfase horario mundial provocó tal interés que tumbó el servidor de la web de
los antiguos alumnos de Ciencias Exactas de la Facultad de Pisa, donde Maggiolo
había estudiado .
España, con retraso
En el caso de España, el mapa deja poco lugar para las
dudas: vamos con retraso. O sea, que no es que cenemos tarde, sino que
nuestros relojes van atrasados. Los portugueses, por ejemplo, desayunan a
las 7 u 8 de la mañana, almuerzan a la 1 y cenan a las 8. Si se tiene en cuenta
que ellos van una hora por delante, resulta que los dos tenemos un horario
bastante parecido.
La culpa es de Franco, que en 1942 decidió poner a
España en la hora de la Alemania nazi, con la que entonces estábamos aliados.
El dictador al menos nunca se molestó en cumplir su promesa de que «un millón
de bayonetas españolas defenderán Berlín». Pero, a cambio, puso a su Ferrol
natal a la misma hora que Nyireghaza, una localidad de Hungría situada a 3.000
kilómetros el línea recta hacia el Este. No es, entonces, que los gallegos
cenen tarde, sino que cenan como si fueran húngaros. Incluso dentro del
territorio español las diferencias son considerables. Según Maggiolo, el
adelanto de Barcelona va 50 minutos más tarde que el sol mientras que Galicia
pierde más de una hora y media.
Claro que nada es comparable a Xinjiang, la provincia
más occidental de China, donde la diferencia entre la hora solar y la
oficial es de nada menos que cuatro horas. Eso se debe a que China, pese a
ser la cuarta nación más extensa del mundo, solo tiene una hora oficial: la de
Pekín, que encima está situada en el extremo oriental del país, a casi 4.000
kilómetros de Xinjiang.
Control político
La decisión de que los 1.350 millones de chinos se
levanten, vean las noticias y cenen a la misma hora no es un capricho, sino
una forma de reforzar el control político de Pekín. Y la falta de
consideración hacia Xinjiang también parece relacionada con el hecho de que en
esa región viven 30 millones de musulmanes que mantienen más vínculos
culturales y étnicos con las repúblicas ex soviéticas de Asia Central que con
el resto de China, y que simpatizan con un movimiento separatista que está
semana causó 29 muertos en un atentado en un tren.
El resultado es que en Urumyi, la capital de Xinjiang,
habitada en su mayor parte por la etnia han -el grupo mayoritario de China,
cuyo asentamiento en esa provincia ha sido potenciado por las autoridades para
cambiar la composición de la población- sigue la hora de Pekín. Pero, en Kashgar,
que es el centro de la cultura uigur, pasan olímpicamente de las normas y
viven dos horas por detrás.
Y es que el reloj es a menudo un instrumento de
control político. Los 1.200 millones de habitantes de India también viven,
todos, a la misma hora. Eso se debe a que, cuando ese país alcanzó la
independencia de Gran Bretaña, decidió unificar sus tres husos horarios, para
así fomentar la unidad nacional. En Argentina sólo hay un huso horario, pensado
para favorecer a Buenos Aires. Consecuencia: en el noroeste argentino viven
casi tres horas por detrás del sol. En algunas regiones de Siberia la
diferencia es de tres horas y media, según Maggiolo, que trabaja en Google
(aunque su blog no tiene relación con su empleo).
Fórmulas decimonónicas
No está claro, sin embargo, que esas fórmulas
decimonónicas vayan a sobrevivir al siglo XXI. En India hay propuestas para
adoptar al menos dos husos horarios. En Estados Unidos, la economista Allison
Schrager ha propuesto reducir las cuatro zonas horarias vigentes en la mayor
parte del país a solo dos. Y en España el Parlamento también se ha
planteando aplicar la hora portuguesa y británica.
La razón es que los husos horarios están empezando a
costar dinero. Cuando fueron creados, en el siglo XIX, su importancia era relativa.
En aquella época, la mayor parte de las sociedades eran rurales, y la gente se
guiaba por el sol. Las horas oficiales se aplicaban sobre todo al tren y otros
medios de transporte, y a ciertas actividades administrativas. Pero hoy nadie
trabaja la tierra, y la hora oficial se ha convertido en una camisa de
fuerza que controla nuestras vidas.
Lo cual nos devuelve a la pregunta que se hizo
Maggiolo en Salamanca. ¿Los españoles somos así por la naturaleza o por el
Caudillo Invicto?
Eso no está tan claro. Aunque lo que sí que es
evidente es que a los no españoles, nuestros horarios les provocan una mezcla
de fascinación y horror. Un ejemplo: la noticia más reenviada por los lectores
de la edición online de The New York Times el 17 de febrero se titulaba España, el país de la cena a las 10
de la noche, se pregunta si es hora de ajustar de reloj.
Costumbres peculiares
Los españoles, por nuestra parte, solemos replicar a
esas críticas con nuestro tópico habitual: eso es algo cultural y, si cenamos
tarde, es porque, como en España no se vive en ningún sitio. Es algo que
también reconocen algunos extranjeros. La revista online de Washington Slate
reaccionó al artículo de The New York Times con una pieza titulada
España no debe cambiar sus horarios de comidas, pero nosotros sí tendríamos que
hacerlo, en el cuestionaba la jornada laboral a la americana con un rotundo «¿alguien
espera que una persona pueda ser productiva trabajando sin parar de 9 a 5?».
Eso es, probablemente cierto. Pero también lo es que los españoles dormimos en
53 minutos menos al día que la media europea. Menos horas de sueño implican más
propensión a la obesidad, diabetes, enfermedades cardíacas y depresión. Y, por
nuestros peculiares horarios, tenemos jornadas laborales mucho más largas,
pero también menos productivas que nuestros competidores.
Angels Valls, de la escuela de negocios Esade,
declaraba hace poco a NPR -el equivalente de RNE en ese país- que el aspecto
cultural de la vida a la española es capaz de derrotar a cualquier cambio
horario: «En la práctica, hay raíces culturales que explican por qué trabajamos
durante tantas horas. No basta con cambiar la hora».
De hecho, la ex ministra de Igualdad, Bibiana Aído, se
quedó a cuadros cuando vio, en su nuevo puesto en la ONU, en 2011, que en
Estados Unidos la gente come un sándwich o una ensalada delante del ordenador.
Cambiar la hora en España no tiene por qué implicar que la tradicional comida
de dos horas, con vino y café, vaya a ser sustituida por una frugal lechuga con
tomate. Por ahora, lo único cierto es que, 38 años después de su muerte, Franco
sigue viviendo en nuestros relojes y, a través de ellos, dirigiendo todo lo que
hacemos y, sobre todo, a qué hora lo hacemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario