Señor…
sigue iluminando a Francisco para que logre hacer la iglesia que Tú quieres y
esperas.
Aboga, entre otras cosas, por «una presencia femenina
más incisiva en la Iglesia»
El Papa Francisco aboga en su primera exhortación
apostólica «Evangelii Gaudium» (La alegría del Evangelio), que se ha hecho
pública este martes, por una «conversión del Papado»
y, concretamente, por «una saludable descentralización» de la Iglesia, así como
por aumentar la responsabilidad de los laicos.
A continuación, recogemos las diez frases destacables
de «La alegría del
Evangelio»:
-«La alegría del Evangelio llena el corazón y
la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por
Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del
aislamiento».
-«Más que el temor a equivocarnos, espero que nos
mueva el temor a encerrarnos en las estructuras que nos dan una falsa
contención, en las normas que nos vuelven jueces implacables».
-«Agradezco el hermoso ejemplo que me dan tantos
cristianos que ofrecen su vida y su tiempo con alegría. Ese testimonio me hace
mucho bien y me sostiene en mi propio deseo de superar el egoísmo para
entregarme más».
-«Hemos creado nuevos ídolos. La adoración del antiguo
becerro de oro(cf. Ex 32,1-35) ha encontrado una versión nueva y despiadada en
el fetichismo del dinero y
en la dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente
humano».
-«No es conveniente que el Papa reemplace a los
episcopados locales en el discernimiento de todas las problemáticas que se
plantean en sus territorios. En este sentido, percibo la necesidad de avanzar
en una saludable ‘descentralización’».
-«A los sacerdotes les recuerdo que el confesionario
no debe ser una sala de torturas sino el lugar de la misericordia del Señor que
nos estimula a hacer el bien posible».
-«En algunos hay un cuidado ostentoso de la
liturgia, de la doctrina y del prestigio de la Iglesia, pero sin
preocuparles que el Evangelio tenga una real inserción en el Pueblo fiel de
Dios y en las necesidades concretas de la historia. Así, la vida de la Iglesia
se convierte en una pieza de museo o en una posesión de pocos».
-«Reconozco con gusto cómo muchas mujeres comparten
responsabilidades pastorales junto con los sacerdotes, contribuyen al
acompañamiento de personas, de familias o de grupos y brindan nuevos aportes a
la reflexión teológica. Pero todavía es necesario ampliar los espacios para una
presencia
femenina más incisiva en la Iglesia».
-«Más que como expertos en diagnósticos apocalípticos
u oscuros jueces que se ufanan en detectar todo peligro o desviación, es
bueno que puedan vernos como alegres mensajeros de propuestas superadoras,
custodios del bien y la belleza que resplandecen en una vida fiel al
Evangelio».
-«El debido respeto a las minorías de agnósticos o no
creyentes no debe imponerse de un modo arbitrario que silencie las convicciones
de mayorías creyentes o ignore la riqueza de las tradiciones religiosas. Eso a
la larga fomentaría más el resentimiento que la tolerancia y la paz».
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