Muy
buena frase para tener en cuenta, sobre todo para los que piensan que este papa va
parejo a la Teología de la Liberación, cuando en realidad lo que quiere hacer
es que se vuelva a lo que Cristo proclamó.
"Si algo hizo crecer al
cristianismo dentro del mundo romano fue, precisamente, su carácter inclusivo y
universal. Allí cabían todos: hombres, mujeres, esclavos, libertos, niños,
ancianos, blancos y negros. Católico quiere decir universal."
LA IGLESIA
EN MANOS DE FRANCISCO
El papa Francisco va a revolucionar el catolicismo. Ya está en eso. La encuesta
ordenada desde el Vaticano para averiguar qué es lo que creen los seglares
sobre algunos temas sociales –el matrimonio gay y la adopción, los
anticonceptivos, el divorcio y la comunión, las uniones de hecho, y así hasta
39 cuestiones– es una jugada maestra para desarmar al ala conservadora de la
jerarquía eclesiástica.
Durante siglos, Roma se ha servido de las autoridades
y de la palabra de los papas y dignidades de la Iglesia para dictar e
imponer las normas morales. La institución sospechaba de la capacidad de
los simples creyentes para establecer juicios de orden ético, al extremo de
prohibir durante siglos la lectura de la Biblia sin autorización del cura o el
obispo. Ahora, Francisco va a preguntar su opinión a los católicos de a pie,
probablemente para fortalecer sus propias opiniones, y acaso para demostrar que
la Iglesia son todos, fundidos en lo que los católicos llaman el "cuerpo
místico de Cristo". Jesús es la cabeza. El resto son todos los cristianos
bautizados.
Jorge Mario Bergoglio, un monarca electo dotado con
enormes poderes, podía haberse aprovechado de la condición de infalibilidad que
atribuyen a los papas desde el Concilio Vaticano I, de 1870, pero no ha querido
hablar ex cathedra, proclamar nuevos dogmas e imponer su voluntad. Su
estilo no es ése. Por sus declaraciones ("Quién soy yo para juzgar…"),
y por su rechazo al boato y a los lujos, demuestra una humildad natural que ha
cautivado a creyentes y no creyentes. Es un papa rompedor, pero, al mismo
tiempo, parece ser un constructor de consensos.
Su carácter revolucionario no quiere decir, por
supuesto, que sea uno de esos religiosos conquistados por la visión marxista de
la Teología de la Liberación o por la deriva chavista de este disparate
ideológico. Es demasiado listo para caer en ese burdo error. Probablemente su
larga experiencia dentro del populismo peronista lo ha vacunado contra
esta fatal manera de afrontar las tareas de gobierno y de entender las
relaciones entre el Estado y la sociedad.
Fue todo un síntoma que se atreviera a recibir en
privado al líder opositor venezolano Henrique Capriles, encuentro que
casi todos los gobernantes latinoamericanos han declinado cobardemente, y que
en un acto anterior hiciera colocar estratégica y públicamente a Berta Soler,
una cubana dama de blanco, de la oposición democrática, para
darle su bendición, mensaje que no debería pasar inadvertido al sector
pusilánime de la jerarquía religiosa cubana.
¿A dónde va a llegar la revolución de Bergoglio en el
Vaticano? Probablemente, muy lejos. Estos procesos de cambio se sabe cuándo y cómo
comienzan, pero no cuándo y cómo terminan. La Iglesia católica tiene que
discutir muchos temas pendientes. Uno de ellos es el papel de la mujer dentro
de la institución.
La Iglesia hereda la vieja tradición misógina del
Medio Oriente, donde la mujer vivía segregada y en un segundo plano,
pero no hay nada en el cristianismo que realmente impida que puedan ser
ordenadas sacerdotes, ascender a obispos, cardenales y, si se tercia, a
papisas. ¿Por qué no? Si algo hizo crecer al cristianismo dentro del
mundo romano fue, precisamente, su carácter inclusivo y universal. Allí cabían
todos: hombres, mujeres, esclavos, libertos, niños, ancianos, blancos y negros.
Católico quiere decir universal.
Otro tema que sacude a la Iglesia es el del celibato. ¿Por qué a un Dios misericordioso
que quiere a su grey le va a complacer que los sacerdotes se priven de amar
carnal y humanamente? ¿No se casaron los curas durante el primer milenio de la
Iglesia? ¿Acaso "crecer y multiplicarse" no es la conducta normal de
la especie? ¿No entenderían mucho mejor los problemas de las parejas y de las
familias quienes tienen esa experiencia? ¿No habría menos casos de pederastia
entre los religiosos si tuvieran acceso legítimo a personas del sexo opuesto?
Hace siglos, otros cristianos, con Lutero, un fraile
agustino, a la cabeza, emprendieron una profunda reforma religiosa. Estas son
buenas preguntas para un próximo cuestionario. Pero la indagación clave acaso
sea ésta: ¿le ha llegado la hora al catolicismo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario