EL DOCTOR SHINYA, CIRUJANO DE LA FAMILIA REAL NIPONA, BRINDA AL
LECTOR UN RECETARIO BÁSICO PARA GOZAR DE BUENA SALUD Y NO DEJARSE ENERGÍA EN EL
CAMINO. PROHÍBE EL YOGUR Y EL TÉ VERDE, ORILLA LA CARNE DE POLLO Y PRESCRIBE
FRUTA MEDIA HORA ANTES DE CADA COMIDA
No es una dieta más. Propone un cambio de alimentación radical, pero no se trata del
tratado de un hombre que aspira a que todo el mundo se deje por el camino los
kilos de más. «La enzima prodigiosa» (Editorial Aguilar, abril de 2013)
es el resultado del trabajo de un cirujano durante más de cuatro décadas que ha
investigado los estómagos e intestinos de decenas de miles de estadounidenses y
japoneses en su vasta trayectoria. El doctor Hiromi Shinya perdió a su mujer
por una enfermedad «antes de que supiera lo suficiente para ayudarla»
–confiesa en el libro–, y hasta que a sus dos hijos enfermos no les suplió de
la dieta la leche de vaca no logró la mejora de la inflamación de colon y
dermatitis atópica que sufrían respectivamente. Se ha dedicado a este análisis
toda su vida, que plasmó por primera vez en japonés en 2005 y que la editorial
Aguilar acaba de publicar en español.
Va
por su segunda edición en nuestro país, y ha conseguido embaucar hasta la
última enzima de la presentadora Mercedes Milá, que lo ha recomendado
hasta la saciedad desde su programa de televisión, acompañándolo de la dosis
justa de ejercicio físico. «Porque este libro te ayudará a vivir mejor»,
corea la periodista, y así lo garantiza el doctor en la publicación, que
salpimenta con retazos de su relato personal. Asegura que él no enferma y que
con esta dieta se evitaría parte de las enfermedades cardiacas, se curaría el
cáncer en los capítulos en los que no interviene la genética, se frenaría la
diabetes y también se pondrían barreras a la obesidad. En cualquier caso, se
ganará en vitalidad y eso, en los tiempos que corren, es tanto como decir que
se gana en salud.
Radiografía
a los nipones, más sanos por el pescado, y a americanos, más fuertes y obesos
Al doctor nipón se le conoce en el mundo de
la Medicina desde hace años por haber practicado la primera cirugía
colonoscópica sin incisión abdominal; además de por ser quien vela por
la salud de los altos funcionarios del Gobierno japonés y también de la
familia real de su país. Ahí pasa seis meses cada año; el resto, en Estados
Unidos, adonde se mudó para ejercer la cirugía en primera línea tras la
Segunda Guerra Mundial.
Esta experiencia vital dividida es la que le
ha permitido desmenuzar los pormenores de las diferencias que separan la salud
de los americanos (más fuertes porque se basan más en las proteínas de las
carnes, pero al mismo tiempo más tendentes a la obesidad; aunque se han
rehabilitado desde el informe McGovern de 1977) y sus compatriotas
japoneses (con el doble de riesgo de padecer un cáncer de estómago
debido al exceso de té verde, pero más sanos por la cantidad de algas
nutrientes y pescado que comen; no obstante, con una salud debilitada al
incorporar a sus menús tradiciones tan occidentales como repartir leche de vaca
entre los escolares y apostar por hamburguesas y fritos como comida rápida y
cómoda).
Alcohol,
café y té, enemigos gástricos
Compaginar
el recetario que ofrece este doctor con ejercicio físico y la toma de abundante
«agua buena» (mineral o tratada, nunca del grifo) parece una recomendación
lógica, como la de no beber alcohol, fumar ni tomar exceso de café o té
(que en grandes cantidades empeora la actividad de los jugos gástricos, por lo
que hay que reducirlo a dos o tres tazas diarias a lo sumo). Entre los consejos
que disemina el Hiromi Shinya en este ya «bestseller» mundial hay algunos
archiconocidos, y otros que no dejan de sorprender. Ésta es un parte de ellos:
–Reparte
tu dieta, entre el 85 al 90% de alimentos vegetales (como arroz
integral, grano, pan integral –es bueno en todas las comidas, contrariamente a
lo que suele decirse–, leguminosas, zanahorias… y un 5% de frutas, semillas y
nueces).
Los
japoneses debilitan su salud al incorporar tradiciones occidentales como la
leche
–Del 10 al 15% de proteínas animales:
entre los que se incluye el pescado de cualquier tipo, pero mejor pequeños, ya
que los grandes contienen mucho mercurio; las aves, como pollo, pavo y pato pero
solo en pequeñas cantidades. No es bueno comer abundante carne de pollo,
por ejemplo, comenta el doctor Shinya, puesto que «cuanto más frescas sean las
verduras, frutas, carnes y pescados, más enzimas tendrán» y la carne cocinada a
altas temperaturas o del animal que tiene una temperatura corporal superior a
la humana, como esta ave, fulmina las enzimas, así que no aportan tanta
vitalidad propia de la acción controlada por las enzimas.
«No es buena idea comer animales con alta
temperatura corporal, como el buey y el pollo, porque la grasa animal se
solidificará en el torrente sanguíneo. Es mucho mejor comer animales con una
temperatura corporal baja, como el pescado, porque el aceite de pescado se
licua en el cuerpo y llega a lavar las arterias en lugar de depositarse en
ellas», detalla en la página 206 del volumen. Los grandes mentalistas y
matemáticos conocen bien las propiedades del pescado y la vitamina Omega 3
para mantener la actividad mental a prueba de bombas.
En
esta categoría entrarían también en pequeñas cantidades los huevos, la leche de
soja y el queso de soja, si se quiere.
–Pero
esas variedades de leche son las únicas permitidas, ya que esta dieta prohíbe
los lácteos. Ni yogures, «tira la margarina que tengas en la nevera, es
el peor alimento», ni manteca, queso o leche. También están defenestrados los
dulces y el azúcar, las grasas y aceites, la nicotina, el alcohol, los
chocolates y la sal de mesa (hay que usarla con trazas minerales).
Intelectuales
y matemáticos saben de las propiedades del pescado para la mente
–Los consejos para alimentarse pasan por
masticar cada bocado entre 30 y 50 veces y hasta 70 según de lo que se trate,
ya que se libera una secreción activa de saliva, una enzima que se complementa
bien con los jugos gástricos y la bilis y ayuda en el proceso digestivo. Como
se dice siempre, no hay que comer entre horas excepto fruta (que es la que
digiere bien el cuerpo) e ingerir la fruta o el zumo del postre antes de las
comidas. Esto regula la actividad digestiva y permite ir al baño con mayor
facilidad. Las comidas resultan mucho menos pesadas si se come frutas o bebe
zumos entre 30 y 60 minutos antes de sentarse a la mesa.
Cenar de 3 a
5 horas antes de acostarse
–Una
recomendación férrea es la de cenar entre 3 y 5 horas antes de acostarse.
Este doctor no usa el refrán tan mediterráneo «de grandes cenas están las
sepulturas llenas», pero conoce muy bien sus efectos tras revisar a fondo las
historias alimenticias de más de 300.000 clientes, cuenta en el prefacio de la
obra. Tampoco hay que llenarse la barriga de agua antes de ir a la cama, como
mucho una hora antes. Los adultos deben beber al menos de seis a diez vasos
de agua diarios: él mismo toma de uno a tres vasos de agua al despertarse
por la mañana y realizar sus primeros movimientos propios de un judoka avezado;
y bebe otros tres vasos una hora antes de la comida. Alguno más una hora antes
de ir a la cama.
–Los
carbohidratos son fáciles de digerir y absorber como una fuente inmediata
de energía. Es ideal para actividades de resistencia y tolerancia, anuncia el
doctor.
–La
energía vital que aportan las más de 5.000 enzimas con que contamos en el
cuerpo humano y que desencadenan en 25.000 reacciones diferentes se
complementará con dormir de seis a ocho horas continuadas cada noche,
acostándonos siempre sobre la misma hora, prescribe el cirujano.
–En
otro orden de consejos menos «estomacales», el doctor nipón encuentra
interesante escuchar a menudo lo que pide nuestro cuerpo y ser bueno con él;
darle amor y pensamiento positivo, amén de una actitud agradecida, para vivir
«apasionadamente y comprometido con la vida».
Para
este doctor, que llega a probar en su propio cuerpo el resultado de los
fármacos, los medicamentos deben estar absolutamente restringidos a ciertos
contextos muy especiales, debido a que dañan el hígado y los riñones.
¿Calcio sí o
no?
También
resultan curiosas sus explicaciones respecto al calcio, contrarias a muchos
anuncios de yogures y otros lácteos. De acuerdo con la opinión de este médico,
«estudios en años recientes muestran un aumento de niños con déficit de
atención que son proclives a arranques de furia y hay una tendencia creciente
de niños que consumen grandes cantidades de alimentos procesados. La proteína
animal y los azúcares refinados se consumen en cantidades crecientes mientras
que se evitan las verduras. La proteína animal y el azúcar demandan una mayor
cantidad de calcio y magnesio, conduciendo a una deficiencia de calcio, lo que
irrita el sistema nervioso y contribuye a la irritabilidad del niño».
Un déficit
de calcio puede causar en el niño hiperactividad; menos es más para el adulto
La hiperactividad en los niños puede venir
motivada por una deficiencia de calcio, por ello, y el exceso de ingestión
de calcio en la madurez es también dañino, deduce Hiromi Shinya. «Puede
generar estreñimiento, náuseas, pérdida de apetito y distensión abdominal; si
se toma con alimentos, el calcio adelgaza los ácidos gástricos promoviendo un
desequilibrio de las bacterias intestinales y una pobre absorción de cinc,
magnesio y hierro, por lo que si se necesita añadir calcio a la dieta (es
necesario en su justa medida para evitar el estrés, el cáncer, la fatiga y
disminuir el colesterol y la osteoporosis), la ingestión recomendada para un
adulto es de 800 a 1500 miligramos con las comidas». El equilibrio de
calcio con otros minerales y vitaminas «es un componente crítico de la buena
salud», colige.
La
importancia de la enzima madre»
¿Qué
deparan esas miles de enzimas? La tesis de este prolijo doctor es que cada
acción de nuestro cuerpo está controlada por enzimas (que son las proteínas
que producen las células vivas y que actúan como catalizador y regulador en los
procesos químicos del organismo), aunque se sepa poco de ellas todavía, y todas
esas enzimas provienen de una «enzima madre o basal», que es más o menos
limitada en nuestro organismo. Si agotamos esas enzimas madre no serán
suficientes para reparar las células, por lo cual con el tiempo se
desarrollarán enfermedades como el cáncer y otros padecimientos degenerativos y
no se tendrán armas para luchar contra ellas. Es la teoría de la enzima
prodigiosa: si ésta se alimenta y cuida con un estilo de vida de calidad, se
tiene una vida longeva y próspera, si se va malgastando y aniquilando, se
llegará a la vejez con una salud desgastada. Sin energía vital suficiente, el
tiempo pesará en demasía.
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