lunes, 20 de mayo de 2013

La enzima prodigiosa "Doctor Shinya"

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EL DOCTOR SHINYA, CIRUJANO DE LA FAMILIA REAL NIPONA, BRINDA AL LECTOR UN RECETARIO BÁSICO PARA GOZAR DE BUENA SALUD Y NO DEJARSE ENERGÍA EN EL CAMINO. PROHÍBE EL YOGUR Y EL TÉ VERDE, ORILLA LA CARNE DE POLLO Y PRESCRIBE FRUTA MEDIA HORA ANTES DE CADA COMIDA

No es una dieta más. Propone un cambio de alimentación radical, pero no se trata del tratado de un hombre que aspira a que todo el mundo se deje por el camino los kilos de más. «La enzima prodigiosa» (Editorial Aguilar, abril de 2013) es el resultado del trabajo de un cirujano durante más de cuatro décadas que ha investigado los estómagos e intestinos de decenas de miles de estadounidenses y japoneses en su vasta trayectoria. El doctor Hiromi Shinya perdió a su mujer por una enfermedad «antes de que supiera lo suficiente para ayudarla» –confiesa en el libro–, y hasta que a sus dos hijos enfermos no les suplió de la dieta la leche de vaca no logró la mejora de la inflamación de colon y dermatitis atópica que sufrían respectivamente. Se ha dedicado a este análisis toda su vida, que plasmó por primera vez en japonés en 2005 y que la editorial Aguilar acaba de publicar en español.
Va por su segunda edición en nuestro país, y ha conseguido embaucar hasta la última enzima de la presentadora Mercedes Milá, que lo ha recomendado hasta la saciedad desde su programa de televisión, acompañándolo de la dosis justa de ejercicio físico. «Porque este libro te ayudará a vivir mejor», corea la periodista, y así lo garantiza el doctor en la publicación, que salpimenta con retazos de su relato personal. Asegura que él no enferma y que con esta dieta se evitaría parte de las enfermedades cardiacas, se curaría el cáncer en los capítulos en los que no interviene la genética, se frenaría la diabetes y también se pondrían barreras a la obesidad. En cualquier caso, se ganará en vitalidad y eso, en los tiempos que corren, es tanto como decir que se gana en salud.

Radiografía a los nipones, más sanos por el pescado, y a americanos, más fuertes y obesos

Al doctor nipón se le conoce en el mundo de la Medicina desde hace años por haber practicado la primera cirugía colonoscópica sin incisión abdominal; además de por ser quien vela por la salud de los altos funcionarios del Gobierno japonés y también de la familia real de su país. Ahí pasa seis meses cada año; el resto, en Estados Unidos, adonde se mudó para ejercer la cirugía en primera línea tras la Segunda Guerra Mundial.
Esta experiencia vital dividida es la que le ha permitido desmenuzar los pormenores de las diferencias que separan la salud de los americanos (más fuertes porque se basan más en las proteínas de las carnes, pero al mismo tiempo más tendentes a la obesidad; aunque se han rehabilitado desde el informe McGovern de 1977) y sus compatriotas japoneses (con el doble de riesgo de padecer un cáncer de estómago debido al exceso de té verde, pero más sanos por la cantidad de algas nutrientes y pescado que comen; no obstante, con una salud debilitada al incorporar a sus menús tradiciones tan occidentales como repartir leche de vaca entre los escolares y apostar por hamburguesas y fritos como comida rápida y cómoda).

Alcohol, café y té, enemigos gástricos

Compaginar el recetario que ofrece este doctor con ejercicio físico y la toma de abundante «agua buena» (mineral o tratada, nunca del grifo) parece una recomendación lógica, como la de no beber alcohol, fumar ni tomar exceso de café o té (que en grandes cantidades empeora la actividad de los jugos gástricos, por lo que hay que reducirlo a dos o tres tazas diarias a lo sumo). Entre los consejos que disemina el Hiromi Shinya en este ya «bestseller» mundial hay algunos archiconocidos, y otros que no dejan de sorprender. Ésta es un parte de ellos:
–Reparte tu dieta, entre el 85 al 90% de alimentos vegetales (como arroz integral, grano, pan integral –es bueno en todas las comidas, contrariamente a lo que suele decirse–, leguminosas, zanahorias… y un 5% de frutas, semillas y nueces).

Los japoneses debilitan su salud al incorporar tradiciones occidentales como la leche

Del 10 al 15% de proteínas animales: entre los que se incluye el pescado de cualquier tipo, pero mejor pequeños, ya que los grandes contienen mucho mercurio; las aves, como pollo, pavo y pato pero solo en pequeñas cantidades. No es bueno comer abundante carne de pollo, por ejemplo, comenta el doctor Shinya, puesto que «cuanto más frescas sean las verduras, frutas, carnes y pescados, más enzimas tendrán» y la carne cocinada a altas temperaturas o del animal que tiene una temperatura corporal superior a la humana, como esta ave, fulmina las enzimas, así que no aportan tanta vitalidad propia de la acción controlada por las enzimas.
«No es buena idea comer animales con alta temperatura corporal, como el buey y el pollo, porque la grasa animal se solidificará en el torrente sanguíneo. Es mucho mejor comer animales con una temperatura corporal baja, como el pescado, porque el aceite de pescado se licua en el cuerpo y llega a lavar las arterias en lugar de depositarse en ellas», detalla en la página 206 del volumen. Los grandes mentalistas y matemáticos conocen bien las propiedades del pescado y la vitamina Omega 3 para mantener la actividad mental a prueba de bombas.
En esta categoría entrarían también en pequeñas cantidades los huevos, la leche de soja y el queso de soja, si se quiere.
–Pero esas variedades de leche son las únicas permitidas, ya que esta dieta prohíbe los lácteos. Ni yogures, «tira la margarina que tengas en la nevera, es el peor alimento», ni manteca, queso o leche. También están defenestrados los dulces y el azúcar, las grasas y aceites, la nicotina, el alcohol, los chocolates y la sal de mesa (hay que usarla con trazas minerales).

Intelectuales y matemáticos saben de las propiedades del pescado para la mente

–Los consejos para alimentarse pasan por masticar cada bocado entre 30 y 50 veces y hasta 70 según de lo que se trate, ya que se libera una secreción activa de saliva, una enzima que se complementa bien con los jugos gástricos y la bilis y ayuda en el proceso digestivo. Como se dice siempre, no hay que comer entre horas excepto fruta (que es la que digiere bien el cuerpo) e ingerir la fruta o el zumo del postre antes de las comidas. Esto regula la actividad digestiva y permite ir al baño con mayor facilidad. Las comidas resultan mucho menos pesadas si se come frutas o bebe zumos entre 30 y 60 minutos antes de sentarse a la mesa.

Cenar de 3 a 5 horas antes de acostarse

–Una recomendación férrea es la de cenar entre 3 y 5 horas antes de acostarse. Este doctor no usa el refrán tan mediterráneo «de grandes cenas están las sepulturas llenas», pero conoce muy bien sus efectos tras revisar a fondo las historias alimenticias de más de 300.000 clientes, cuenta en el prefacio de la obra. Tampoco hay que llenarse la barriga de agua antes de ir a la cama, como mucho una hora antes. Los adultos deben beber al menos de seis a diez vasos de agua diarios: él mismo toma de uno a tres vasos de agua al despertarse por la mañana y realizar sus primeros movimientos propios de un judoka avezado; y bebe otros tres vasos una hora antes de la comida. Alguno más una hora antes de ir a la cama.
Los carbohidratos son fáciles de digerir y absorber como una fuente inmediata de energía. Es ideal para actividades de resistencia y tolerancia, anuncia el doctor.
–La energía vital que aportan las más de 5.000 enzimas con que contamos en el cuerpo humano y que desencadenan en 25.000 reacciones diferentes se complementará con dormir de seis a ocho horas continuadas cada noche, acostándonos siempre sobre la misma hora, prescribe el cirujano.
–En otro orden de consejos menos «estomacales», el doctor nipón encuentra interesante escuchar a menudo lo que pide nuestro cuerpo y ser bueno con él; darle amor y pensamiento positivo, amén de una actitud agradecida, para vivir «apasionadamente y comprometido con la vida».
Para este doctor, que llega a probar en su propio cuerpo el resultado de los fármacos, los medicamentos deben estar absolutamente restringidos a ciertos contextos muy especiales, debido a que dañan el hígado y los riñones.

¿Calcio sí o no?

También resultan curiosas sus explicaciones respecto al calcio, contrarias a muchos anuncios de yogures y otros lácteos. De acuerdo con la opinión de este médico, «estudios en años recientes muestran un aumento de niños con déficit de atención que son proclives a arranques de furia y hay una tendencia creciente de niños que consumen grandes cantidades de alimentos procesados. La proteína animal y los azúcares refinados se consumen en cantidades crecientes mientras que se evitan las verduras. La proteína animal y el azúcar demandan una mayor cantidad de calcio y magnesio, conduciendo a una deficiencia de calcio, lo que irrita el sistema nervioso y contribuye a la irritabilidad del niño».

Un déficit de calcio puede causar en el niño hiperactividad; menos es más para el adulto

La hiperactividad en los niños puede venir motivada por una deficiencia de calcio, por ello, y el exceso de ingestión de calcio en la madurez es también dañino, deduce Hiromi Shinya. «Puede generar estreñimiento, náuseas, pérdida de apetito y distensión abdominal; si se toma con alimentos, el calcio adelgaza los ácidos gástricos promoviendo un desequilibrio de las bacterias intestinales y una pobre absorción de cinc, magnesio y hierro, por lo que si se necesita añadir calcio a la dieta (es necesario en su justa medida para evitar el estrés, el cáncer, la fatiga y disminuir el colesterol y la osteoporosis), la ingestión recomendada para un adulto es de 800 a 1500 miligramos con las comidas». El equilibrio de calcio con otros minerales y vitaminas «es un componente crítico de la buena salud», colige.

La importancia de la enzima madre»

¿Qué deparan esas miles de enzimas? La tesis de este prolijo doctor es que cada acción de nuestro cuerpo está controlada por enzimas (que son las proteínas que producen las células vivas y que actúan como catalizador y regulador en los procesos químicos del organismo), aunque se sepa poco de ellas todavía, y todas esas enzimas provienen de una «enzima madre o basal», que es más o menos limitada en nuestro organismo. Si agotamos esas enzimas madre no serán suficientes para reparar las células, por lo cual con el tiempo se desarrollarán enfermedades como el cáncer y otros padecimientos degenerativos y no se tendrán armas para luchar contra ellas. Es la teoría de la enzima prodigiosa: si ésta se alimenta y cuida con un estilo de vida de calidad, se tiene una vida longeva y próspera, si se va malgastando y aniquilando, se llegará a la vejez con una salud desgastada. Sin energía vital suficiente, el tiempo pesará en demasía.

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