jueves, 15 de noviembre de 2012

Elisabeth Kübler-Ross y la rueda de la vida


La medicina tiene sus límites, realidad que no se enseña en la facultad. Otra realidad que no se enseña es que un corazón compasivo puede sanar casi todo. Unos cuantos meses en el campo me convencieron de que ser buen médico no tiene nada que ver con anatomía, cirugía ni con recetar los medicamentos correctos. El mejor servicio que un médico puede prestar a un enfermo es ser una persona amable, atenta, cariñosa y sensible”




Esta mujer no ganó el premio Nobel de la Paz, ni su muerte fue el encabezado de los informativos, sin embargo su trabajo, influencia y legado ha transformado nuestra sociedad.
Fue pionera en el movimiento de cuidados paliativos y del estudio de la muerte y fue una de las voces que desde el mundo científico defendió con más vehemencia la idea de que la consciencia sobrevive al fin del cuerpo físico.
Hay dos cosas que se hacen condenadamente mal en nuestro mundo: NACER y MORIR. En muchísimos casos sin conciencia, sin respeto, sin sinceridad, sin ningún sentido de trascendencia, totalmente anestesiados por los medicamentos, en la soledad y frialdad de hospitales y no al calor de los seres queridos.
Elisabeth Kübler-Ross vino a descifrar, explicar y dignificar este tránsito de la vida a la muerte.
“Morir es tan natural como nacer y crecer,
pero el materialismo de nuestra cultura ha convertido
este último acto de desarrollo en algo aterrador.”





LOS NIÑOS Y LA MUERTE
Un niño de nueve años enfermo de cáncer llamado Dougy escribió a EKR preguntándole tres cosas:
  • ¿Qué es la vida?
  • ¿Qué es la muerte?
  • ¿Por qué tienen que morir los niños pequeños?
Ella le contestó una sencilla carta con colores. La reacción fue muy positiva. Se sintió muy orgulloso de tener un libro escrito e ilustrado especialmente para él. No solo lo compartió con otros niños, sino también con los padres de otros niños muy enfermos. Posteriormente se convirtió en un libro para ayudar a otros niños a comprender estas preguntas tan importantes.
Elizabeth afirmaba que los más pequeños eran, sin duda, también los más valientes en el momento de enfrentarse a la muerte, los que mejor comprendían que ésta es una liberación.

“Los niños moribundos, mucho más que los adultos dicen exactamente lo que necesitan para estar en paz. La mayor dificultad está en escucharlos y hacerles caso”.

“Los niños lo saben intuitivamente;
si no les contagiamos nuestros miedos y nuestro dolor,
ellos tienen la capacidad de enseñarnos muchas cosas

“De forma similar a los adultos, los niños dejan sus cuerpos físicos igual que la mariposa sale del capullo y pasan por las diferentes fases de vida después de la muerte. 

Aunque seamos cronológicamente adultos, nuestro conocimiento y conciencia de muchos aspectos de la vida está mucho más atrasada que la de los niños.

A continuación se incluye esta maravillosa carta que a mí me ha impactando profundamente y que creo será útil para todos.




Carta para un niño con cáncer - Elisabeth Kübler-Ross


Carta para un niño con cáncer - Elisabeth Kübler-RossCarta para un niño con cáncer - Elisabeth Kübler-Ross




Carta para un niño con cáncer - Elisabeth Kübler-RossCarta para un niño con cáncer Elisabeth Kübler-Ross




Carta para un niño con cáncer - Elisabeth Kübler-RossCarta para un niño con cáncer - Elisabeth Kübler-Ross



Carta para un niño con cáncer - Elisabeth Kübler-RossCarta para un niño con cáncer - Elisabeth Kübler-Ross



Carta para un niño con cáncer - Elisabeth Kübler-RossCarta para un niño con cáncer - Elisabeth Kübler-Ross




Carta para un niño con cáncer - Elisabeth Kübler-Ross






No hay comentarios:

Publicar un comentario