viernes, 2 de noviembre de 2012

Abraham Lincolm 1830



CARTA DE ABRAHAM LINCOLM
AL PROFESOR DE SU HIJO


Esta carta contiene consejos que siguen vigentes para dirigentes, trabajadores, maestros, padres y estudiantes.

Hagamos nuestras las palabras escritas por este gran hombre, que sabía muy bien lo que quería, para que su hijo fuera un hombre de bien. 

Leámoslo tantas veces como sea necesario, hasta que seamos capaces de entender perfectamente el fondo de este mensaje y tratemos de inculcárselo a nuestros hijos para que, como mínimo, lo lleven clarito desde casa.
 


 "Estimado profesor.

Él deberá aprender que no todos los hombres son justos ni veraces pero, por favor, dígale que por cada villano hay un héroe, que para cada egoísta también hay un líder dedicado.  Enséñele que por cada enemigo habrá también un amigo.

Enséñele que más vale una moneda ganada que una moneda encontrada, que hay que aprender a perder, pero también a saber gozar de la victoria.

Apártele de la envidia y hágale saber sobre la alegría profunda de la sonrisa silenciosa.

Hágale maravillarse con los libros pero déjelo también perderse con los pájaros del cielo, las flores en el campo, los montes y los valles.

En los juegos con los compañeros, explíquele que la derrota honrosa vale más que la victoria vergonzosa.

Enséñele a creer en sí mismo, incluso cuando esté solo contra todos. Enséñele a tener fe en sus propias ideas, aún cuando alguien le diga que está equivocado.

Enséñele a ser amable con la gente amable y duro con los duros. Enséñele a no dejarse llevar por la multitud simplemente porque otros también se dejaron.

Enséñele a escuchar a todos pero, a la hora de la verdad, a decidir solo. 

Enséñele a reír cuando esté triste y explíquele que, a veces, los hombres también lloran.

Enséñele a ignorar el clamor de las multitudes que reclaman sangre, y a luchar solo contra todos, si él cree que tiene razón.

Trátelo bien pero no lo mime, porque sólo la prueba de fuego hace el buen acero.

Déjelo tener el coraje de ser impaciente y la paciencia de ser corajoso.

Transmítale una fe sublime en el Creador y fe también en sí mismo, pues sólo así podrá tener fe en los hombres.

Ya sé que estoy pidiendo mucho, pero vea lo que puede hacer, querido profesor.”


Abraham Lincoln (1830)



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